Franchesca Luján y Esteban Torres, viven juntos hace un año. Al parecer, la rutina y la hipocresía de su círculo social, están opacando el encanto de los primeros meses.

Esta noche acuden a la cena de gala que ofrece el abogado más influyente del país y Franchesca tiene esa cara de desánimo otra vez; detesta ir en el auto de Estevan con chófer.

Al llegar a la cena, él se codea con los poderosos. Franchesca se retira al jardín, caminando lentamente.  Con mirada sutil, observa los pequeños arbustos; algo o alguien se esconde entre las sombras.

Franchesca guarda un secreto:

 ella es espía. 

Su misión es sacar información de los amigos de Esteban, involucrados en la corrupción de las más altas esferas del poder.

Trabaja para un organismo de hackers y millonarios ambientalistas antisistemas, que utilizan sus riquezas para combatir las injusticias sociales y la corrupción en el poder político y judicial a nivel mundial.

Su objetivo es descubrir la verdad sobre el gobernador, acusado de malversación de fondos y de los jueces que a cambio consiguen suntuosas ventajas.

Esteban está convencido de que el caso será de resolución favorable para sus amigos, pero Franchesca sabe que, con la información que logre conseguir esta noche, más toda la información que viene recabando, se caerá por completo la estrategia fraudulenta del abogado famoso.

Pasaron tres días desde la fiesta en casa del abogado. Esteban siente a Franchesca muy distante. 

Es la noche previa al juicio y Esteban desea reconectar con ella. 

Franchesca cena en silencio. Su mente viaja por los laberintos creados en este tiempo de convivencia. 

Desea castigar a los corruptos, pero también sabe que, en cuanto eso ocurra, se alejará de Esteban para siempre.

Un laberinto sentimental la atrapa.

Aunque Esteban está rodeado de un ambiente deleznable, él aún no ha cometido delito alguno. Y la contrariedad está dada en la doble cara de Esteban. Cuando él está con el círculo nefasto de sus amigos, se comporta de manera vil y ventajosa. Cuando está fuera de ese ambiente, es un hombre gentil, cariñoso y hasta demasiado sensible con todas las personas.

Esteban conmueve a Franchesca y ella se encuentra frente a un dilema. 

La noche transcurrió en un pesado silencio.

En la mañana, Franchesca es sorprendida con un ramo de rosas junto a su almohada. Le resulta extraño, ya que está entrenada para sentir hasta el mínimo movimiento, sin embargo, él la sorprende.

Un halo enternecedor flota en el aire, y se abrazan como hacía tiempo no sucedía. Esteban la besa apasionadamente. Franchesca discurre un instante para recordar que él es parte de aquel círculo nefasto, pero el beso, el beso es un dulce veneno que penetra en su sistema, causándole temblores de pasión, olvidando  por completo el círculo, la misión, el juicio, y se pierde en el poder de atracción que ejerce sobre ella el mínimo roce de contacto con la piel de Esteban. 

Finalmente, un rayo de lucidez la desprende del frenesí causado por el beso y logra superar la prueba. 

Decide tomar una ducha; dice estar apurada por un compromiso laboral.

Esteban se relaja un poco, a la vez que enciende la televisión.

Las noticias del juicio estallaron como una bomba. El gobernador fue llevado a prisión, y el abogado fue acusado de tráfico de información y amenazas a testigos. Nuevas causas de corrupción salen a la luz con pruebas que recibieron todas las redacciones de noticias del país. Dos jueces de la Suprema Corte de Justicia quedaron expuestos por actos de prevaricato contra la provincia, en varios videos que circulan por los medios.

Esteban se muestra impresionado al escuchar esto.

De inmediato se dirige a la habitación y encuentra una nota que dice: «Te dejo. No tengo opciones. Tu ambición por el poder te aleja de mis principios y propósitos.

Si te animas a dejarlo todo, volveré a buscarte»

Esteban rompe la carta, y al momento, irrumpe en su casa un gran camión con personal encapuchado. Al estilo SWAT y con gran prisa, vacían la casa por completo. 

Esteban se lleva las rosas con notable angustia, mientras camina varios metros hasta un garage oculto, del que se lo ve salir a toda velocidad en un descapotable azul.

Para entonces, Franchesca está algo lejos, conduciendo con lágrimas en los ojos. 

Se dirige a un nuevo horizonte, ha concluido su trabajo. Las lágrimas no le permiten manejar y se detiene a un costado de la ruta. 

Repasa cada recuerdo con Esteban. 

Es la primera vez que su deseo de justicia es atravesado por otro deseo más fuerte, 

el deseo de sentirse amada y amar en libertad, sin mentiras, sin el doble juego para el que ha sido instruida.

Sabe que Esteban quedará envuelto en una conmocion muy grande. Y que, al igual que ella, estará destruido a causa de la separación.

Pero reacciona, se pone en acción y continúa en dirección hacia un hangar escondido. Cuando se percata de que, en su espejo retrovisor, alguien la sigue. Pronto descubre las rosas que el conductor no deja de mostrarle con su brazo izquierdo completamente extendido. 

Ella reconoce al instante el rostro del conductor. Sonríe al verlo pero exclama: ¡Esteban no sabe conducir!

Pronto, su hábil mente, logra desenmarañar el entramado de sucesos y sospechas sobre Esteban.

Recuerda que en su entrenamiento, se oía hablar del «jefe».

El jefe, a quién jamás habían visto, tenía el apodo de «Jaguar azul».

Ya que en una subasta se había hecho dueño del E-Type, en una versión original, Lightweight, por 6,8 millones en la ciudad de Scottsdale, Arizona.

El hangar se descubre ante ellos y un cessna citation X+ emerge de la oscuridad a la luz. 

Ellos se bajan de sus respectivos autos y corren apresurados. Antes de subir al jet Franchesca le pregunta ¿quién eres?

Y él, con extrema dulzura y encanto, le entrega las rosas y responde, «Soy el que siempre he sido. El que siempre te amó»

Patricia Alejandra Cerdá Íñiguez.-

«A algunos hombres los disfraces no los disfrazan, sino los revelan. Cada uno se disfraza de aquello que es por dentro».

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