Si preguntamos a una persona joven en qué calle de Berisso nos encontramos, me dirá con toda seguridad 166 y 7 o 4 y 162, por ejemplo. Es evidente que los números nos darán, rápida e inequívocamente, las coordenadas de nuestra ubicación, pero como todo lo que dice una cosa, oculta otra… Si planteamos el mismo interrogante a un adulto, la respuesta sobre esa misma ubicación será: Montevideo y Génova, Lisboa y Punta Arenas, Río de Janeiro y La Habana, etc.

Pero, ¡cómo!, ¿estamos en la misma ciudad?, ¿donde habito yo?, ¿en 166 y 7 o en Lisboa y Génova?… Sin embargo, es el mismo lugar, pero con distintos significados según quién sea el que responda de acuerdo a su edad.

Si vinculó los viejos nombres de las calles berissenses, mi imaginación volará hacia espacios lejanos y bellos: Génova, Nápoles, Guayaquil, Montevideo, Trieste, Marsella, Ostende… y así iré recorriendo puertos desde donde miles de hombres y mujeres embarcaron para llegar aquí, trabajar en este pueblo y constituir sus vidas en Berisso.

Si utilizo estos nombres, alguna vez algún niño me preguntará y se preguntará: – ¿Por qué las calles se llaman como los puertos?… y la respuesta obligará al adulto o al propio niño a investigar ese porqué, para llegar a la conclusión que la tierra que pisa es mucho más que el suelo donde habita. Es el acumulado de historias de vida y de trabajo, que se conformaron con el aporte de muchas personas de otras culturas, tradiciones y religiones.

Otras calles, en cambio, se denominan Perseverancia, Industria, Comercio, Democracia, Unión… virtudes cívicas que caracterizan a toda humanidad bien dispuesta.

También, están las que llevan nombres de provincias: Corrientes, Entre Ríos, Misiones… o bien, de ciudades del interior: Brandsen, Concordia, Gualeguaychú…, calles que dan cuenta de habitantes de nuestro país, que llegaron a nuestra región cuando hubo necesidad de llenar las fábricas con nueva mano de obra.

Incluso, las hay con mención de países: Ucrania, Lituania, República Árabe Unida…, aquellos en general, cuyos hijos salieron como inmigrantes para buscar paz y trabajo en Argentina.

Todo sin olvidar, los nativos de Berisso que destacaron por alguna actividad en beneficio de su propia ciudad: Edgar Aschieri, Andrés Bruzzone, Elisa Mejido… Se podría preguntar por qué en esta ciudad, si todos vinieron de lugares tan disímiles, nunca existieron conflictos culturales, sociales o de credos. La tolerancia no se impone en esta región del mundo; la misma se vive como natural cualidad de su gente, que hizo del trabajo y el sacrificio su modo de vivir.

Las calles y sus nombres, dan cuenta de una historia en común, la originada por una mixtura magnífica de inmigrantes con criollos, siendo el esfuerzo laboral y la búsqueda de felicidad, la condición esencial que define al berissense, como un ciudadano singular en el contexto de las comunidades bonaerenses.

Todo eso es lo que ocultan los números. Por tal razón, prefiero una y mil veces llamar a las calles de mi ciudad por sus denominaciones y no por las cifras designadas. Para los números, está la ciudad de La Plata, con diferente idiosincrasia y autoridad académica…

* Texto del libro de Espíritu de Berisso de Juan Klimaitis.

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