En un escenario de incipiente frío polar, y no una «ola» que justifique la magnitud de la crisis, el Gobierno de Javier Milei, a través de la Secretaría de Energía, ha desatado un verdadero caos al ordenar la drástica interrupción del suministro de gas a industrias y estaciones de GNC. Lejos de una priorización genuina, esta medida parece ser la consecuencia directa de la impericia y falta de planificación de la actual administración, que deja a miles de argentinos, especialmente a transportistas y automovilistas, sin un combustible esencial y económico.
El relato oficial habla de una «demanda récord» y un consumo residencial que «alcanzó los 100 millones de metros cúbicos diarios». Sin embargo, cabe preguntarse: ¿es realmente un récord o la norma para los primeros fríos del año en un país con invierno? La realidad es que las temperaturas, si bien bajas, no son extraordinarias para esta época, lo que sugiere que la tan mencionada «demanda récord» es una excusa para encubrir una evidente falta de previsión en la gestión del gas.
La reunión del Comité de Crisis, presentada como una acción de emergencia, no es más que la constatación de una situación evitable. Como resultado, las distribuidoras han comenzado a cortar el gas a contratos firmes de GNC e industrias en las principales regiones del país. Esto no es solo una interrupción; es un golpe directo a la economía de miles de familias y al funcionamiento de numerosas pymes que dependen del gas para su actividad.
La excusa de la Secretaría de Energía, que atribuye la crisis a «más de dos décadas de falta de inversión sostenida, tarifas congeladas y ausencia de señales de precio», no es más que un intento de desviar la atención de la responsabilidad del gobierno actual. ¿Dónde están las medidas implementadas por esta gestión para revertir esa supuesta herencia? La realidad es que los problemas de inyección de gas en Vaca Muerta y las fallas en usinas generadoras que obligan a quemar combustibles líquidos en el AMBA, afectando a 100.000 usuarios con cortes de luz, son la prueba irrefutable de una administración que no ha logrado garantizar la continuidad del suministro energético.
La solicitud del Gobierno a la población para que haga un «uso responsable del gas» suena a burla cuando son sus propias decisiones y la falta de inversión en infraestructura las que han llevado a esta situación crítica. La interrupción del GNC no es una medida de «prioridad», sino una confesión de la incapacidad para gestionar un recurso estratégico y una condena para quienes hoy ven su economía y su movilidad seriamente afectadas. Esta crisis no es producto del frío, sino de la negligencia gubernamental.