El próximo martes 1 de julio marcará el inicio de una nueva ronda de ajustes de precios que impactarán directamente en el bolsillo de los argentinos, afectando desde el transporte y la vivienda hasta la educación y el consumo diario. A pesar de la desaceleración inflacionaria general, diversos rubros clave registrarán incrementos que exigirán una readecuación de los presupuestos familiares.
Uno de los sectores más afectados será el de los alquileres. Para aquellos contratos que aún se rigen por la extinta Ley 27.551 y utilizan el Índice de Contratos de Locación (ICL) del Banco Central, la actualización interanual alcanzará un contundente 66.1%. En tanto, para los nuevos contratos o aquellos ajustados por el Índice de Precios al Consumidor (IPC) con revisión trimestral, la suba acumulada a aplicar en julio será del 8.21%, considerando la inflación de marzo, abril y mayo.
El transporte público también sufrirá incrementos. Los boletos de colectivo en la Provincia de Buenos Aires (líneas provinciales y del Gran La Plata) subirán un 3.5%, llevando el mínimo (0-3 km) a $489,61. Para las líneas que operan exclusivamente en la Ciudad de Buenos Aires, el alza será similar, del 3.5%. En el caso de los colectivos del AMBA (líneas nacionales), el ajuste será del 6.2% a partir del 16 de julio, elevando el boleto mínimo a $451,01. Además, el subte de CABA pasará a costar $996 y el Premetro $350,35. Es crucial recordar que los usuarios con tarjeta SUBE sin nominalizar enfrentarán tarifas significativamente más elevadas en todos los casos.
En el ámbito educativo, las cuotas de los colegios privados con subvención estatal en la Provincia de Buenos Aires verán un ajuste que oscilará entre el 3.5% y el 6.2%, dependiendo del nivel y el porcentaje de ayuda estatal que reciban.
Por otro lado, se anticipa una posible suba en el precio de los combustibles, que podría rondar el 5% en julio. Este incremento estaría influenciado por las variaciones en el precio internacional del crudo y otros factores que componen la estructura de costos.
Si bien las proyecciones económicas generales indican una tendencia a la baja en la inflación mensual, estos aumentos sectoriales representan un desafío constante para el poder adquisitivo de los ciudadanos. La capacidad de los salarios y jubilaciones para seguir el ritmo de estas actualizaciones será clave para determinar el impacto real en el bienestar de los hogares argentinos a partir del próximo mes.