El mundo conmemora hoy el Día Mundial del VIH/Sida, una fecha instaurada en 1988 por la Organización Mundial de la Salud (OMS) que se mantiene como un llamado urgente a la acción global para poner fin a la epidemia para el año 2030.

A pesar de los avances revolucionarios en el tratamiento antirretroviral (TAR), que permite a las personas con VIH llevar una vida plena y saludable, organismos como ONUSIDA y la Organización Panamericana de la Salud (OPS) advierten que la respuesta global se encuentra en una encrucijada crítica, amenazada por la desigualdad y la falta de financiación sostenida.

Según las últimas estadísticas, cerca de 40,8 millones de personas vivían con VIH en todo el mundo a finales de 2024, con 1,3 millones de nuevas infecciones registradas durante ese año. Esta cifra de nuevos contagios está muy lejos de la meta de menos de 370.000 infecciones para 2025, lo que subraya la necesidad de intensificar la prevención combinada.

Más allá de los números globales, el problema de la equidad se destaca como el mayor obstáculo: millones de personas, especialmente en el África subsahariana, siguen sin acceder al tratamiento, y las mujeres y las niñas se llevan la peor parte de la epidemia.

El foco de la campaña de 2025 se centra en la transformación de la respuesta al sida y la eliminación de las desigualdades. La OPS, en su llamado a los países de las Américas, alertó que alrededor de un tercio de las personas con VIH son diagnosticadas demasiado tarde, cuando su sistema inmunitario ya está gravemente debilitado.

En América Latina y el Caribe, si bien se han reducido las muertes relacionadas con el sida, las nuevas infecciones han aumentado en un 13% desde 2010.

El diagnóstico tardío no solo pone en riesgo la vida de las personas al exponerlas a enfermedades oportunistas, sino que también dificulta los esfuerzos de salud pública para cortar las cadenas de transmisión. El mensaje clave de organizaciones comunitarias es contundente: el test de VIH es rápido, gratuito y confidencial.

Conocer el estado serológico permite el acceso inmediato a un tratamiento que puede suprimir la carga viral a niveles indetectables, lo que hace que el virus sea intransmisible por vía sexual, una premisa científica conocida como Indetectable = Intransmisible (I=I).

Los líderes mundiales y los responsables de la toma de decisiones se enfrentan al desafío de asegurar la financiación necesaria, proteger los derechos humanos y desmantelar las leyes punitivas y el estigma social que aún rodean al VIH.

Es el estigma, más que el propio virus, el que impide a las personas buscar la prueba y el tratamiento que salva vidas. La única forma de alcanzar el objetivo de «Cero muertes por SIDA en 2030» es a través de un liderazgo político valiente, una mayor inversión y un enfoque centrado en las comunidades más afectadas.

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