Cada mañana, a las 6:30, Elias saca al patio de su casa, una jaula con dos canarios. En ese lugar ha construido un espacio verde con pinos canarios y un pequeño estanque de agua, rodeado de laureles, jaguarzos y palmeras. Flores de mayo y verbena canariensis adornan el espacio. La gran vegetación de flores y plantas provienen de las islas canarias. Él las cuida con especial esmero. Allí mismo, introduce a sus dos canarios, para que disfruten de un ambiente más amplio y similar a su lugar de origen. El parque está cubierto por rejas, esto lo convierte en una jaula gigante. Una perfecta frontera entre el mundo exterior y su oasis.

Él desearía pasar el día entero con ellos, pero debe trabajar. Elías tiene 28 años. Su única familia son sus dos canarios y la vegetación que tanto cuida. Su vida social se limita a tener contacto con las personas del servicio de transporte que utiliza a diario y los tres empleados que conforman su equipo de trabajo en la compañía de seguros.

Elías no tiene trato con clientes, habla a través de una computadora. Su trato es tan limitado como sus palabras. Él solo responde: «sí», «no», «tal vez».

Una de las empleadas se indispuso y Elías tiene que encargarse de atender al público. No quiere hacerlo, la situación lo angustia, pero no tiene alternativa. Recibe a la clienta, y antes de emitir el saludo, Elías introduce su mano en el bolsillo de su saco, buscando su moneda de la suerte, que suele sostener en momentos incómodos. Pero no la encuentra. En cambio, nota que algo similar a un vegetal está en contacto con sus dedos.

Con mucho disimulo, baja la mirada y extrae el vegetal. Rápidamente nota que es un diente de león. 

¿Cómo pudo ocurrir esto? 

El diente de león suele aparecer en el pasto de su jardín, pero, ¿cómo llegó a su bolsillo?

La señora que se sienta frente a él trae un reclamo por falta de cobertura del seguro en los neumáticos de su auto. Elías no aparta de su mano el diente de león. Ante la primera pregunta de la mujer, Elías responde: «Sí»

La mujer se retira feliz. El día concluye y él vuelve a su hogar. Se ocupa de sus canarios y finalmente, en la noche, los acomoda en la jaula pequeña para llevarlos a su habitación como de costumbre.

La mañana siguiente, su habitación aparece repleta de flores de diente de león. Elías se siente confundido. La jaula de los canarios está abierta y eso lo altera. Recorre los espacios de su casa. El patio que había convertido en una gran jaula con árboles y vegetación, también está abierto y la vegetación invade ahora su casa.

Elías encuentra a sus canarios volando libremente a su alrededor. Siente que los canarios lo guían hacia sector en particular. La luz del sol que se refleja en el agua, parece develar el secreto del diente de leon.

Justamente dónde debería estar la cocina, aparece un pequeño lago rodeado de miles de dientes de león en su etapa de plumerillo. El reflejo del sol en el agua, repiquetea en todo el lugar  encandilando sus ojos. El viento sopla sobre los dientes de león y sus semillas se esparcen como estrellitas suspendidas, como gotitas de luz que vuelan y ríen de felicidad.

Elías recuerda entonces a la señora que fue a reclamar al seguro.

Aquella mujer se sentó y confesó que sus neumáticos eran muy viejos, pero necesitaba que el seguro se haga cargo del cambio, ya que ella nunca había usado su seguro en más de cinco años, pero que ahora quería sus neumáticos nuevos. La mujer sabía que la empresa no cubría eso, pero insistió en que lo merecía.

Elías recordó que su respuesta ante el reclamo fue:

««. 

La señora se sorprendió mucho cuando él firmó la aprobación para sus neumaticos. Pero su sorpresa aumentó cuando vio la flor de diente de león en la mano de Elías, la mujer recordó a su abuela quien le había dicho: «Suelta tu hechizo sobre aquel que sostenga una flor de diente de león y te haga algún favor».

 Elías ahora siente que encontró su lugar en el mundo. Los canarios cantan y él también puede cantar. 

Una mariposa se posa sobre su hombro y le pregunta:»Te gusta tu nuevo lugar?» Elías responde «Si»

De repente un canario le pregunta, ¿quieres volver a tu vida anterior? Elias responde «No»

Una extraña ligereza en su cuerpo lo moviliza. Mira hacia arriba y ve el cielo abierto, lleno de posibilidades.

Elías se pregunta a sí mismo: «¿volveré a sostener en mi mano un diente de león y pediré un deseo?»  responde entrecerrando los ojos, imaginando un nuevo estado de conciencia, «Tal vez».

Patricia Alejandra Cerdá Íñiguez.-

@mimi_ulises

cerda9063@gmail.com

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