Esa es mi consigna. ¿Por qué? Porque cuando uno es turista tiene expectativa,
curiosidad, ganas de conocer, aprender y disfrutar.


Cuando vivimos en el lugar, lo cotidiano nubla nuestra visión exploradora. ¿Cuántas veces viniste al río sin tomar conciencia que es el más ancho del mundo?.


Que sus aguas amarronadas son de sedimentos que vienen desde el norte de nuestro país, que la selva marginal es producto de semillas viajeras y acumulación de tiempo que fue modificando la costa.


Tanto que la Ensenada, ese accidente geográfico que da nombre a nuestra ciudad era muy diferente hace unos 200 años.


El Fuerte Barragán tenía su fortaleza a metros del río y se divisaban las embarcaciones desde sus muros.


Que en las aguas que difrutamos con la pesca y deportes hay historia, hay lucha, hay defensa, hay trabajo.


Qué estas tierras pertenecían a los pocos de siempre y logramos que sean de todos.

Quizás yo esté excesivamente maravillada con la costa, pero poner los pies en las olitas escuchando su rumor, ver pasar una garza o un carancho sobre mi cabeza mientras camino descalza por la arena, observar el salto de los peces grandes o los diminutos escondiéndose por los juncos, las flores de los ceibos y
la cabellera de los sauces rozando el suelo, hacen que me energice en pocos minutos.

Si sabés de lo que hablo o si no lo conoces al río, acercate, pero solo te pido un favor:
Cuidalo, depende de todos, no lo ensucies, no quemes, no rompas.


Disfrutalo y dejalo impecable para volver mañana, porque seguro que volvés!!!

Te dejo mi video para que lo recorras.

Nota: GISELA DELLO RUSO

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