El penar de esta abuela y su familia comenzó el 19 de julio del año pasado cuando la abuela de 90 años, Hilda Nely Amaya, sufrió un ACV que le cambió la vida a ella y a su entorno. Desde ese momento Doña Hilda, ya no pudo valerse por si sola, como lo había hecho toda su vida.
Luego de una internación compleja y en medio de la pandemia, la mujer pudo ser dada de alta, no sin batallar, y por decisión de su familia, dejó la soledad de su casa para mudarse con su Hermana y recibir la compañía de los suyos. Pero allí comenzó otra etapa.
Sin la posibilidad de custodiar a la abuela las 24 horas ya que su hermana trabaja y el resto de su familia tiene sus ocupaciones, entre todos decidieron solicitar la cobertura de enfermería del PAMI, cuestión que consiguieron a partir del 21 de Agosto.
A partir de ese momento pareció ir todo bien. Hilda tenía atención médica y la familia acompañabael progreso de la abuela, pero todo cambió cuando eln8 de febrero de este año se comunicaron desde PAMI con la familia para solicitarle los papeles para renovar el servicio.
“Presenté los papeles correspondiente pero al mes siguiente me llamaron nuevamente para hacer la misma presentación» cuenta uno de los sobrinos de la anciana; “fui a su médico y le pedí todo de nuevo, me los rechazaron porque faltaba el dni del Doctor, cosa que nunca habían pedido, pero bueno, volví y conseguí todo y lo presente el día 11 de Marzo ya que me dijeron que todo tenía que estar para el día 18, fecha en la que vencía el servicio médico»
Pero este “paseo» recién comenzaba; “una semana después, el día 18 de Marzo, la abuela dejó de tener el servicio, no solo de enfermería , sino tambien de fonoaudiología y el resto de la rehabilitación. Aparentemente no nos habían autorizado la continuidad del servicio. Desde allí fui y vine desde el PAMI, hasta que una persona me dijo; “No hay plata para atenderla» a lo que respondí que íbamos a poner un abogado porque esto es un “abandono de persona”.
La conversación se terminó con una asombrosa respuesta del empleado de PAMI quien le dijo al sobrino de Hilda; “mejor que lo pongas, así se arreglan entre abogados y no te vemos más por aquí».
La familia desde ese momento continúa buscando que PAMI autorice la rehabilitación y el cuidado de la abuela, ya que por su situación económica solo puede pagar una cuidadora que la vigila, pero no una enfermera y mucho menos los especialistas médicos.
Una ves más alguien en un escritorio decide quien tiene y quien no tiene que ser cuidado y aparentemente decidió que la Abuela Hilda no sea parte de las “privilegiadas»