¿Viste ese nudo que tenés a veces en la garganta?. ¿Notaste cuando no dejás de mover las manos por la ansiedad?. ¿Te fijaste cuando te tomás los codos como protegiéndote. ¿Cuántos gestos inconscientes tenemos cuando algún sentimiento nos embarga?.
Caminar por la calle Nueva York de Berisso, me produjo muchas de estas sensaciones. Mirar las casas de chapa, algunas con detalles decorativos que hablan del deseo de tener una linda vivienda, otras con los vestigios del sostén de un toldo, seguramente, que indica que esa propiedad fue un local comercial.
Las calles adoquinadas, deformadas por el tránsito de un siglo. Los bares, como el Anglo frente el Teatro y que si girás ya divisas las ruinas del frigorífico y el mojón del Kilómetro Cero del Peronismo.
¡Cuánta, historia en unos pocos metros!
¡Tanta, capacidad de lucha, de trabajo en tan poco espacio!
Uno llega a la casa y pretende estar calentito, ahora en invierno, beber algo rico, una comida casera elaborada o simplemente darse un baño bien caliente para relajarse en su propia cama limpia. Nos parece simple, obvio, pero esa caminata por la calle Nueva York me hizo tomar conciencia que ni siquiera de esto último podrían gozar muchos de sus habitantes.
Padeciendo condiciones laborales, escases de vivienda, muchos de ellos solteros o los casados pero esperando poder traer a su familia para darles mejor vida.
Tantas vivencias que no alcanza esta reseña para exponer cuantos sentimientos transitaron y transitan por esa calle.
Respírenla, conózcanla, vívanla, obsérvenla con los ojos de antaño, imagínense cómo habría sido ese movimiento en los años del 1900. Disfruten de lo que les produce esa caminata, sé que van a salir con el pecho erguido de la cantidad de emociones que se llevan.
Si sabés alguna anécdota o tenés algún recuerdo, compartilo, te leemos con gusto.
Les dejo mi video para mostrarles lo que viví
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Gisela Dello Russo.