Los síntomas más frecuentes son la dificultad para respirar al realizar actividades cotidianas, tos, expectoración (catarro), y con menor frecuencia, silbidos en el pecho. El diagnóstico se hace con la realización de una espirometría, prueba sencilla que requiere un esfuerzo respiratorio en reposo y que demuestra la obstrucción de los bronquios que ocasiona la inflamación crónica.
La EPOC (Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica) es una enfermedad respiratoria prevenible y tratable caracterizada por la presencia de síntomas respiratorios crónicos y alteración de las pruebas de función pulmonar. En el mundo más de 64 millones de personas la padecen y para el año 2030 se convertirá en la cuarta causa de muerte. La mayoría de las muertes ocurren en países de ingresos medios o bajos.
Esta inflamación crónica es la consecuencia de la inhalación repetida y por tiempo prolongado de diferentes agentes nocivos de los cuales el más común es el humo de tabaco, pero también el humo de biomasa (leña y similares), polución ambiental y del ámbito laboral. Muchos pacientes padecen además enfermedades concomitantes relacionadas al hábito de fumar o que aumentan el riesgo cardiovascular, lo que produce una evolución más compleja de la EPOC que requieren un enfoque más amplio que el del neumonólogo.
Los síntomas más frecuentes son la dificultad para respirar al realizar actividades cotidianas, tos, expectoración (catarro), y con menor frecuencia, silbidos en el pecho. El diagnóstico se hace con la realización de una espirometría, prueba sencilla que requiere un esfuerzo respiratorio en reposo y que demuestra la obstrucción de los bronquios que ocasiona la inflamación crónica. Muchas veces los síntomas son leves y aparecen antes de la alteración de los estudios y las “crisis respiratorias” (exacerbaciones) pueden preceder o ser el primer evento de la enfermedad.
Según el estudio EPOCar, el primero en arrojar resultados sobre esta enfermedad en Argentina, en nuestro país la incidencia es del 14,5% y el 75% de los pacientes que fueron diagnosticados desconocían ser portadores de esta patología. También sabemos que muchas veces el diagnóstico no se hace por falta de sospecha por parte de los médicos.
Un ejemplo muy gráfico de ello es que casi todas las personas que consultan con síntomas torácicos serán sometidas a la realización de un electrocardiograma (ECG), no así a una espirometría. Además, la incidencia de tabaquismo no disminuye o lo hace muy levemente, por lo tanto, el riesgo para las generaciones futuras persiste.
La EPOC no tiene cura, las terapias apuntan a mejorar la calidad de vida, evitar las exacerbaciones (crisis), disminuir la progresión de la obstrucción bronquial. Dejar de fumar es la medida que más impacta en la sobrevida del paciente. Además, recibir vacunación contra la gripe y la neumonía ha demostrado reducir las exacerbaciones.
Los broncodilatadores y los corticoides inhalados son la piedra fundamental del tratamiento, pero en los casos más severos pueden requerir drogas de uso vía oral. La administración de oxígeno, cuando es indicado, es otra de las medidas que mejora la sobrevida de pacientes en etapas avanzadas. Y la rehabilitación pulmonar (plan de ejercicio controlado y acorde) en todas las etapas reduce las internaciones y mejora la calidad de vida. (
InfoGEI) Mg