Un día de octubre de 1973 Llanca salió de Bahía Blanca hacia Río Gallegos, Argentina. Paró a cambiar una goma cuando se le apareció un ovni y vio a tres seres, que lo invitaron a subir a bordo. Días después fue interrogado por un equipo de Fabio Zerpa y ocho médicos. Hoy, tras casi medio siglo, dice que pasó por “terribles sufrimientos” ocasionados por las inyecciones de pentotal que le dieron.
Dionisio Llanca miró un episodio de “Ladrón sin destino” mientras cenaba un bife y un par de vasos de Cepita. Al rato se preparó, saludó a su tío, se puso la campera y salió. Era apenas pasada la medianoche de sábado en Bahía Blanca, pero Dionisio (25) no iba a un boliche, sino a trabajar: subió a su camión Dodge 600 y arrancó para Río Gallegos con materiales de construcción. Una goma estaba baja, pero decidió partir igual. Al rato el camión se empezó a bambolear sobre la Ruta 3 y decidió cambiar el neumático. Estaba a casi 20 kilómetros de Bahía. Se bajó del vehículo y comenzó a trabajar. De repente miró hacia la izquierda y vio una luz amarillenta. Era la 1.15 de la madrugada del 28 de octubre de 1973 y en ese momento comenzó lo que se considera el caso de abducción más famoso y polémico de Argentina, caballito de batalla del ovnílogo Fabio Zerpa, pero que dejará una amarga huella en su protagonista.
Dionisio creyó que esa la luz que se acercaba era la de un auto, pero se le vino encima y lo paralizó. Se dio vuelta y vio “una cosa grande, con forma de plato, suspendida en el aire, a unos siete metros de altura” y a tres seres, dos hombres y una mujer, a su lado. Le tocaron la mano derecha y le hicieron una incisión. Perdió la conciencia. Se despertó en los corrales de la Sociedad Rural de Bahía Blanca, a casi 10 kilómetros de donde había parado con el camión. Comenzó a caminar. No sabía quién era. Vagó por comisarías, donde creyeron que era un borracho más. Terminó en el Hospital Español y allí lo vio el doctor Ricardo Smirnoff, médico forense de guardia, que luego lo haría internar en el Hospital Municipal.
Recién el 30 de octubre, Dionisio recordó en parte lo que le había pasado.
Operación Bordeu
El periodismo empezó a interesarse en ese camionero que había pasado por esas raras circunstancias. La primera nota en la revista Gente se publicó el 8 de noviembre y al mismo tiempo entró en escena Fabio Zerpa.
La “Operación Bordeu”, como se bautizó el caso en base a la localidad donde sucedieron los hechos, comenzó con “cinco médicos de Bahía Blanca: Roberto García del Cerro, psicoanalista; Eduardo Matta, psiquiatra; Nora Milano, psicóloga; Eladio Santos, hipnólogo, y Ricardo Smirnoff, médico forense”, según escribió Zerpa en “El ovni y sus misterios”.
Después Llanca sería llevado a Buenos Aires, donde fue visto por tres médicos más: Agustín Antonio Luccisano, toxicólogo de La Plata; Juan Antonio Pérez del Cerro, presidente de la Asociación de Ontoanálisis, y Héctor Solari, hipnólogo y psicólogo.
En la primera etapa de la “operación” Dionisio fue hipnotizado por Santos y empezó a narrar la historia completa. Contó que “los seres extraterrestres sacaron un haz de luz compacto y coherente, por el que descendieron como si fuera una plancha de hormigón luminosa. La mujer precede a los hombres, y empiezan a caminar para tomar contacto con Dionisio, a quien hacen la incisión en la mano derecha, en los dedos pulgar y el índice”.
Luego entraron en el ovni.Allí Llanca vio “muchos aparatos, dos televisores, una radio. Me habla la radio. Ellos me dicen que no tenga miedo, que son amigos, que vienen desde hace mucho tiempo. Quieren saber si nosotros podemos vivir en la tierra de ellos”, contó Dionisio.
La hora del pentotal
Después de las sesiones de hipnosis llegaron las inyecciones de pentotal sódico, por aquellos años conocido como “suero de la verdad” porque produce una relajación que imposibilita al paciente producir fantasías, es decir, mentir. “El doctor Smirnoff aplica pentotal endovenoso en el antebrazo del camionero y éste vuelve a repetir (como si fuera un disco rayado) lo que había dicho en las sesiones de hipnosis”, contó Zerpa. Luego siguieron tests psicológicos y análisis en Buenos Aires.
Esta pesquisa fue para Zerpa su caso perfecto y con ella obtuvo el premio a la mejor investigación en el Primer Congreso Internacional de Ovnilogía en Acapulco, México, en 1977.
No obstante, otros investigadores dudaban del testimonio de Dionisio. Así, Guillermo Roncoroni publicó en 1977, y actualizó en 1983, un informe en que asegura que “hay pruebas inequívocas de un fraude”. Al final del texto añade las conclusiones del estudio del doctor Solari: “Llanca no es un testigo hábil”. Lo curioso es que este especialista había sido aportado por el mismo Zerpa.
El calvario
Mientras tanto, la vida de Dionisio Llanca pasó a un cono de sombra. No se supo nada de él durante muchos años y se especuló con su fallecimiento.
Este 2021 lo encontraron Lorena Sciarratta y Marina Giaveno, del Café Ufológico Rosario (CUR), y comenzó otra historia: la del sufrimiento de Llanca, sometido, según su testimonio, a interminables sesiones de pentotal.
Vía Zoom, el excamionero repitió la historia de la abducción y contó que con las inyecciones de pentotal su vida “fue un calvario, pensé que me moría, la piel se me hacía como escamas de pescado y se me caía”.
Agregó que “me llevaban al consultorio y me ponían el suero cada dos o tres días. Era el mayor de los sufrimientos. Las inyecciones eran tremendas”.
El doctor Smirnoff contaría más tarde, también en charla con Sciarratta, que “no era habitual utilizar el pentotal, pero era uno de los métodos posibles para poder extraer de una persona la mayor cantidad de información posible sin agredirlo. Fue el primer caso en el que a un testigo de algo así se le puso pentotal”.
Smirnoff aseguró que lamentaba “lo que pasó después de las sesiones que hizo conmigo. Indudablemente no lo supieron proteger”.
Los doctores Santos y Mattadijeron en Gente que “no disponemos de ninguna manera de probar que nunca NO ESTUVO en un objeto volador. Ni disponemos de una técnica capaz de probar que SÍ ESTUVO. Dionisio Llanca ha contado, bajo hipnosis y pentotal, siempre la misma historia”. Esa historia, la de su encuentro con los seres de pelo rubio y traje plateado, terminó marcando la vida del camionero. Para bien o para mal, Dionisio Llanca siempre será el hombre al que, en palabras de Eduardo Matta, “le pasó algo fantástico y terrible”.
(DIB) MM