El asunto es muy sensible. Y es que no es para menos. El «Cagliardismo» ha hecho de la «Violencia de Género» una bandera de campaña, casi exclusiva, y hoy, la situación que atraviesa uno de sus miembros, los pone a todos entre «la espada y la pared».

Y es que desde la jornada de ayer, en donde se conoció la denuncia de una trabajadora municipal en contra del concejal Cagliardista, Antonio Ligari, por violencia de género y violencia laboral, esas banderas fueron «guardadas» y la «tropa» se llamó a silencio, dejando de lado aquello de «acompañar a la víctima», «creerle a la víctima» y «pedir justicia para la víctima».

De una manera estruendosa, el silencio del intendente Fabián Cagliardi, la Presidenta del Concejo y ex Secretaria de Gobierno, Aldana Iovanovic y la Secretaria de Promoción Social y jefa directa de Ligari, Victoria Curuchet, se hace escuchar más que nunca, pasando de la «inauguración de una plaza para una mujer» al ostracismo hermético, ante la denuncia de un hecho violento por parte de un integrante de su fuerza.

No solo eso, sino que en las últimas horas y de la mano de un sector gremial acusado de tener y cuidar «Ñoquis» en el Municipio, salieron a atacar a la víctima, justificando al funcionario.

Todo éste escándalo lleva apenas 24 horas y el oficialismo apuesta al «olvido», aunque la oposición, lejos de querer permitir ésto, ya pidió una sesión especial en el Honorable Concejo Deliberante, donde exigirán la remoción de Ligari, en tanto y en cuanto se aclare la situación.

El escándalo mancha, una vez más, al oficialismo, que no es la primer vez que enfrenta éste tipo de denuncia por parte de los trabajadores, aunque ésta vez y más allá de la defensa intentada, quedó expuesto y deberá definir que hacer.

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