El Concejo Deliberante de Berisso se prepara para debatir la Fiscal Impositiva 2026, que incluye un incremento del 35% en las tasas municipales. La noticia, confirmada por el concejal y secretario de Seguridad, Gabriel Marotte, presidente del bloque PJ–Unión por la Patria, genera un fuerte contraste con la descripción alarmante que el propio Intendente de la ciudad ha difundido en medios nacionales: una Berisso sumida en la pobreza, con comercios cerrando y «sin dinero en las calles».

Mientras el Ejecutivo local lamenta la crisis económica y el empobrecimiento de los vecinos, el mismo oficialismo busca justificar un aumento que, según Marotte, responde a proyecciones inflacionarias y a un remanente no aplicado en 2024. El edil minimizó el impacto al asegurar que el incremento mensual, de entre $3.000 y $4.000, es «menos que un atado de cigarrillos».

Esta analogía, aunque busca tranquilizar, resuena de forma crítica en el contexto que el intendente dibuja: ¿Cómo se justifica un aumento en la presión fiscal, sobre vecinos que, según su propia descripción, son «cada vez más pobres»?

La narrativa oficialista parece bifurcarse. Por un lado, se reconoce un panorama de «ahogamiento financiero del Gobierno Nacional hacia la Provincia» y una «economía dibujada» que no se condice con la realidad de las carnicerías y verdulerías. Por el otro, se exige un mayor «esfuerzo» a esos mismos vecinos, cuya baja capacidad de pago es admitida por Marotte al reconocer que el porcentaje de gente que abona las tasas sigue siendo bajo.

El concejal Marotte apeló a la necesidad de fortalecer la «cultura tributaria», argumentando que el esfuerzo de los contribuyentes «vuelve en obras» como iluminación LED, obras hidráulicas y servicios, y defendiendo que la gestión de Fabián Cagliardi ha mantenido el equilibrio económico desde 2019, pero sin mencionar el «superávit invisible».

Sin embargo, la crítica se centra en la lógica del círculo vicioso:

  • El Municipio afirma que los vecinos son pobres.
  • El Municipio aplica un aumento del 35% en las tasas.
  • El Municipio admite que la recaudación sigue siendo baja.
  • El Municipio culpa al vecino por la «falta de cultura tributaria»

La pregunta obligada es: Si la gestión ha logrado un «equilibrio económico» y ha realizado «muchísimo» en contextos adversos, ¿por qué es imprescindible este incremento del 35%? Y, de ser cierto el empobrecimiento del que habla el Intendente, ¿no es el momento de revisar la eficiencia del gasto y la política fiscal antes que exigir una mayor «cultura tributaria» a quien ya está luchando por llegar a fin de mes?

El mensaje del oficialismo parece ser contradictorio: se lamenta la crisis, pero se actúa con una medida de ajuste fiscal que, si bien se enfoca en mantener la «tasa YPF» para grandes empresas (cosa que no existe en la ley), termina impactando en el bolsillo de ese vecino al que se describe como la víctima central de la debacle económica nacional.

El reto de la gestión Cagliardi no es solo mostrar las obras del centro, sino convencer al vecino pobre, al comerciante que cierra, de que el esfuerzo de un 35% no será simplemente otro factor de ahogo.

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