La fecha está asociada con el 30 de agosto, día de Santa Rosa de Lima, quien vivió en la capital peruana en el siglo XVII y está acreditada con un milagro. Según se cree, salvó a su ciudad de un ataque pirata a través de la oración.
La leyenda cuenta que, al ver una flota de corsarios holandeses cerca de Lima, se encerró en el convento de Nuestra Señora del Rosario para impedir su llegada. Las plegarias de Rosa se transformaron en una fuerte precipitación que impidió el desembarco de los malvivientes, y por esta obra se convirtió en la primera persona nacida en América en ser canonizada.
Una vez establecido su onomástico, cualquier lluvia cercana a la fecha es conocida como la Tormenta de Santa Rosa. La tradición de esta mujer, actual patrona de Lima en particular y de América en general, se hizo fuerte en nuestro país, y por esto los argentinos suelen esperar caída de agua entre fines de agosto y principios de septiembre.