Motorhome, Camper, Furgo, Van, Casa Rodante, distintas denominaciones para una versión antigua de turismo pero que se puso de moda para viajar.
Ser turista, con el correr del tiempo, a muchos se nos ha complicado por cuestiones de tiempo, laborales y económicas. Sin mencionar la pandemia que pasó de restringirnos, a prohibirnos las salidas a devolvérnoslas con ciertas consideraciones.
Acampar, no lo veo como moda, aunque ahora parece ser que lo es. Recuerdo de chica, de muy pequeña, armar «tolderías» en el patio de mi abuela, con mis hermanos. Mi abuela era la modista del barrio y siempre le sobraban tiras, retazos y mantas; recuerdo que tan felices eramos desplegandolas cual carpas y pasadizos entre las sogas de tender la ropa en su patio de baldozas grises y creernos en otro mundo, creado por esos límites de tela.
Siento que cuando somos adultos, el acampar, nos produce una sensación similar. Conquistar la naturaleza, según el lugar que elegimos para colocar la carpa, el vehículo o simplemente la lona y sombrilla buscando la mejor perspectiva.
La economía es otro condicionamiento que nos invita obligadamente a pensar esta opción. Abaratar los costos de la salida es necesario para muchos y poder seguir conociendo lugares o repetirlos. Soy de las que hace eso. ¿Por qué no volver a dónde uno la pasa bien si el ámbito es el adecuado para divertirnos y relajarnos?
El primer campamento que recuerdo con carpa fue a orillas del Rio Salado, en el camping municipal de General Belgrano. Toda una odisea. Mi hermano pescó una carpa de un tamaño tan extraordinario que salimos registrados por las cámaras del canal local.
Esa noche los comensales además de nosotros, fueron los vecinos del camping, porque era imposible guardar tanta cantidad de pescado para una próxima comida sin heladerita.
Con esa experiencia y por suerte otras más que se sucedieron, aprendí que no se necesita lujosas Motorhome, Carpas de marca, Camper con microondas y direct tv para tener un paseo increíble.
Acá en Punta Lara, muchos recurren a los camping, otros al murallón hacia Boca Cerrada y algún vehículo estaciona en la Prefectura Naval.
Se los vé junto a alguno que otro pescador con el asiento reclinado de su auto, descansando, esperando el momento adecuado para tirar la caña.
No sé si han vivido la experiencia de dormir en el auto, en algún viaje largo que las horas se pasan y se necesita descansar de tanto manejar o se llega demasiado tarde a algún pueblo encontrando todo cerrado o simplemente, es un gasto que no se puede sumar a las vacaciones.
Me pasó la noche del 31 de diciembre del año 2000. En mi dodge 1500 a gnc!, en Puerto Madryn. Recibí así el nuevo mileño, en el autito.
Era la forma que en ese momento tuve para poder salir unos dias de vacaciones. Pedí un deseo al llegar la media noche: algún día tener un vehículo mayor para poder repetir la experiencia.
Y llegó, muchos años más tarde pero llegó. Les comparto mi video de mi trabajo para prontamente poder hacer un viaje, sinceramente creo que el mayor contacto
con la naturaleza que tengamos es la mejor forma de conocerla y cuidarla.
Acampar de cualquier manera que podamos hacerlo es una hermosa manera de capitalizar vivencias, para mí es altamente recomendable!
Gisela Dello Russo @VeoVeo__