En este marco convulsionado del país, el 23 de mayo de 1974 los trabajadores de Propulsora (hoy Siderar) se reunieron en asamblea para exigir aumento de salarios. A partir de ese momento se inició una toma de fábrica y una huelga que se extendió durante más de 100 días obteniendo un importante triunfo que desarrolló la lucha en toda la región dando comienzo a un nuevo proceso que se transformará en el antecedente inmediato al surgimiento de una forma y una mentalidad del trabajador de las Empresas de zona.
«No era algo muy organizado al principio, recuerdo que estábamos discutiendo en asamblea y alguien grito «Vamos para adelante» y ahí salimos todos hasta la puerta que fueron soldadas y pusimos bovinas para contener y que no entren» contó en la mañana de Radio Sur el «Sapo» Sander.
La “huelga grande” como quedó marcada en la memoria colectiva de los obreros, combinó la toma de fábrica, piquetes, el paro, huelga de brazos caídos, el boicot a la producción, asambleas masivas y movilizaciones obrero-estudiantiles de la cual participaban 5.000 trabajadores; «los que estábamos la mayoría éramos jóvenes y muchos de los delegados eran militantes de distintas líneas políticas, por lo que la lucha era continúa y si bien había un apoyo de la gente del otro lado eran pesados,con un gremio entregados como lo es la UOM, los integrantes del CNU y algunos políticos del Gobierno que trabajaban en contra manejados por López Rega… Pero tengo que nombrar a gente como el padre «ChiCho» que nos traía comida para resistir y los que cruzaban el campo para ayudar porque sino era imposible, ya a los dos días no teníamos más comida» dijo el ex trabajador.
Al mismo tiempo dentro de PROPULSORA se organizaron comisiones de solidaridad, difusión y defensa de la planta frente a las provocaciones organizadas por la burocracia sindical de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), la policía y grupos parapoliciales, «hacíamos una asamblea cada dos o tres horas en los sectores, dónde todos podían hablar. Eso servía para que la moral no decayera y pudiéramos resistir».
En el transcurso de la lucha organizaron un nuevo Cuerpo de delegados de 33 obreros y una comisión interna de cinco integrantes que se transformaron en la dirección del conflicto, frente a la huida de los delegados de la UOM que habían asumido mediante una elección fraudulenta; «aguantamos como podíamos pero nos educó para el futuro, para saber cómo manejarnos» expresó Sander.
Fue parte de las “huelgas salvajes” y de las rebeliones antiburocráticas que se desarrollaron en el 74 como parte del enfrentamiento de la clase trabajadora a la Oligarquía; «El precio se pagó dos años después cuando muchos de los delegados y los trabajadores fueron desaparecidos. Pero marcamos un hito en la historia y con la vuelta a la democracia nos volvimos a juntar y ya con experiencia sabíamos cómo luchar» contó el ex trabajador.