La Argentina que estaba a punto de sumirse en la oscuridad de la dictadura más brutal de su historia, se cobró una de sus primeras víctimas de forma silenciosa y casi anónima. Francisco Tenorio Cerqueira Junior, conocido como Tenorio Junior, un virtuoso pianista brasileño, desapareció en el centro porteño la madrugada del 18 de marzo de 1976. Casi cinco décadas después, el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) ha logrado lo que parecía imposible: su identificación.
Tenorio había llegado a Buenos Aires para tocar en el Gran Rex junto a Vinicius de Moraes. Pero el concierto que debía ser un momento de consagración, se transformó en una tragedia. Se perdió su rastro cerca de las 3 de la mañana, cuando salió del hotel Normandie en la calle Rodríguez Peña, donde se alojaba. Dos días después, su cuerpo, con múltiples impactos de bala, fue hallado en un terreno baldío en Don Torcuato. Fue enterrado como NN (Nomen Nescio) en el cementerio de Benavídez.
Un trabajo forense que dio sus frutos
La identificación de Tenorio Junior no fue un proceso sencillo. La clave no estuvo en el ADN, sino en las huellas dactilares. Gracias al trabajo de la Procuraduría de Crímenes Contra la Humanidad (PCCH) y el EAAF, se detectó la causa judicial por el hallazgo del cuerpo en San Isidro, que guardaba las huellas tomadas del cadáver en 1976.
El caso de Tenorio presentaba una dificultad adicional: al ser brasileño, sus huellas no estaban en registros públicos argentinos. El juez Sebastián Casanello, a instancias del EAAF, solicitó a Interpol las huellas de Tenorio en Brasil, lo que finalmente permitió el cotejo. La identificación fue posible gracias a un software especial, AFIS, que permite comparar huellas de cadáveres con las de personas desaparecidas. Este método ya ha ayudado al EAAF a identificar a más de 140 víctimas del terrorismo de Estado en el país.
El misterio aún no resuelto
A pesar de la identificación, la historia de Tenorio aún tiene muchos cabos sueltos. El Poder Judicial argentino deberá determinar qué ocurrió en esas 48 horas cruciales entre su desaparición y el hallazgo de su cuerpo. El caso se investiga dentro del expediente del Plan Cóndor, la operación coordinada entre las dictaduras del Cono Sur, que ya estaba en marcha en 1976.
Testimonios y documentos de la época apuntan a un posible secuestro y ejecución por parte de la dictadura, aunque la información es contradictoria. El represor Claudio Vallejos, en una entrevista de 1986, afirmó que Tenorio fue llevado a la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) y ejecutado por Alfredo Astiz. Sin embargo, la veracidad de su testimonio es dudosa y no hay pruebas que lo corroboren.
Aunque el cuerpo de Tenorio no pudo ser recuperado debido al paso del tiempo, esta identificación es un paso fundamental para su familia. Pone fin a casi 50 años de incertidumbre y dolor, y abre la puerta para que la justicia investigue y esclarezca este crimen que quedó impune durante tanto tiempo.