En una semana de reveses para la administración de Javier Milei, el gobierno se vio acorralado por una serie de derrotas legislativas en el Congreso y la explosión de un caso de corrupción que apunta directamente a su círculo más íntimo. En el centro de la polémica, la paradoja de un gobierno que busca ajustar las cuentas a expensas de los sectores más vulnerables, mientras se revela un presunto esquema de coimas en una de las áreas más sensibles: la discapacidad.

El mismo día en que el oficialismo defendía en el Senado su política de recortes presupuestarios a las personas con discapacidad, se desveló que el organismo estatal encargado de su protección, la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS), era un supuesto foco de corrupción. La noticia, que resonó en todo el país, puso al descubierto la brutal contradicción de una gestión que, en nombre del «orden fiscal», defendía un abandono del Estado a los más débiles, mientras sus funcionarios se enriquecían con los fondos destinados a ese mismo sector.

Las grabaciones de Diego Spagnuolo, titular de la ANDIS y amigo personal de Milei, sacudieron el panorama político. En ellas, el funcionario habría señalado a los colaboradores más cercanos del Presidente, su hermana Karina y los primos Lule y Martín Menem, como presuntos destinatarios de medio millón de dólares mensuales en sobornos provenientes de laboratorios farmacéuticos. La rápida acción del juez Sebastián Casanello, con 14 allanamientos y la incautación de evidencia, demuestra la gravedad de las acusaciones, que no han sido desmentidas por el gobierno.

Este escándalo no es un hecho aislado, sino que se inscribe en una serie de políticas que han puesto al país en la encrucijada de decidir qué tipo de sociedad quiere ser. La visión de un país que deja de contener a sus adultos mayores, a sus jubilados, a sus discapacitados y a sus niños enfermos, ha sido una constante en la agenda del gobierno. Las imágenes de jubilados apaleados, de una mujer con discapacidad arrojada al suelo por la policía, o las declaraciones de senadores que cuestionan el derecho de los niños a ser atendidos en el Hospital Garrahan, son escenas que han marcado la gestión de Milei.

Estos debates, que en su crueldad «asustarían al rey de los hunos», han sido impulsados por un gobierno que, para justificar sus recortes, ha recurrido a una batería de mentiras y difamaciones: desde «falsos discapacitados» que cobraban pensiones, hasta la descalificación de las universidades públicas como «centros de adoctrinamiento». Una retórica que, si bien puede resonar en una «sociedad infantilizada», es rechazada por una sociedad madura que comprende las consecuencias de desmantelar organismos vitales para la sanidad, la educación y la seguridad.

La debacle del gobierno se vio reflejada en el Congreso. Con 12 votaciones perdidas en Diputados y 7 en el Senado, el oficialismo evidenció la falta de apoyo político a sus propuestas. El Congreso, «rehén del kirchnerismo» según la narrativa oficial, ha demostrado un límite a la hora de aprobar recortes que comprometen la viabilidad del país. El desfinanciamiento de organismos como Vialidad, la ANMAT, el INTA o el INTI no solo es insensato, sino que atenta contra los pilares productivos de la nación.

Las turbulencias económicas, lejos de ser causadas por la oposición, parecen ser el resultado de un desgaste acelerado del gobierno. Con sectores del poder económico mirando con desconfianza el futuro y la dificultad de conseguir una reunión con Donald Trump durante un inminente viaje a Estados Unidos, el panorama para Milei se torna cada vez más incierto.

El caso de corrupción en la ANDIS, sumado a las investigaciones por la estafa con la criptomoneda $Libra y el escándalo del fentanilo, deja en evidencia que las «ruindades» que el gobierno propone en el Congreso huelen a algo podrido. Como afirmó Spagnuolo en los audios, se guardan pruebas «para no quedar pegado». En las próximas semanas, las secuelas de estas investigaciones pondrán a prueba la capacidad de un gobierno que, en su rápida caída, ha perdido aliados y ha expuesto su lado más oscuro.

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