Javier Milei sorprendió la semana pasada al anunciar que abandonaría los insultos contra sus adversarios en un supuesto intento de priorizar el debate de ideas. Sin embargo, un reciente estudio de especialistas en comunicación política revela que el cambio de estrategia no es fortuito: el estilo confrontacional del presidente ya no es bien recibido por una parte significativa de sus propios simpatizantes.

El anuncio de Milei fue presentado como una decisión «virtuosa», según el propio mandatario, para elevar el nivel del debate político. Sin embargo, un trabajo de los especialistas Patricia Nigro y Mario Riorda muestra que el 37% de quienes se identifican como simpatizantes del presidente desaprueban su estilo de comunicación, que califican de «incivil». Esta desaprobación parcial o total al «estilo discursivo incivil» del mandatario se debe a que, una vez en el poder, los insultos de Milei han pasado de ser una expresión simpática a causar irritación.

El «mandril» y otras descalificaciones

Durante su primer año de gobierno, un informe del diario La Nación documentó que Milei profirió más de 4.000 insultos. En 2025, esta cifra se ha incrementado, con 611 insultos lanzados en los últimos 100 días, incluyendo 57 con referencias sexuales.

Expresiones como «mandril», «imbéciles», «pelotudos» y «la tienen adentro» se convirtieron en sellos distintivos de su comunicación, una táctica que le permitió conectar con un sector frustrado de la sociedad. Sin embargo, con una economía que no despega, la percepción de estos insultos ha cambiado. El estudio de Nigro y Riorda detalla que un 43,4% de los simpatizantes de Milei perciben que el presidente usa frecuentemente la agresividad, la amenaza y el miedo contra quienes piensan diferente.

El temor al autoritarismo y la preferencia por el respeto

El informe también pone de relieve una preocupación subyacente: un 58,9% de los simpatizantes de Milei considera «inaceptable» que use apodos despectivos contra sus rivales. Los especialistas concluyen que su estilo comunicacional genera una «clara percepción de daño democrático» y afecta la calidad del debate público.

Curiosamente, la mayoría de los encuestados —tanto oficialistas (55,4%) como opositores (65,3%)— preferirían un estilo «crítico pero respetuoso» en la política. Si bien una minoría de los simpatizantes de Milei (16,2%) prefiere el modo «combativo y agresivo», la tendencia general apunta a la búsqueda de un debate más civilizado.

Un dato alarmante del estudio es que, si bien la defensa de la democracia sigue siendo mayoritaria, un 14,4% de los simpatizantes de Milei entrevistados respondió que un gobierno autoritario «puede ser preferible» en algunas circunstancias, y otro 8,6% se mostró indiferente ante el sistema de gobierno. Aunque esta minoría preocupa, los autores señalan que los valores son menores a los registrados en mediciones de otros países de la región. El desafío ahora es si Milei podrá mantener su base de apoyo sin el recurso del insulto, que hasta ahora ha sido una pieza clave en su comunicación.

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