El presidente electo, Javier Milei, ha adelantado la posible presencia de «estanflación» en el país. Esta combinación de estancamiento económico junto con un incremento en los niveles de inflación es considerada una anomalía desde la perspectiva de la economía clásica.
A lo largo de la historia, Argentina ha experimentado esta situación en múltiples ocasiones, impactando significativamente en diversos aspectos.
El término «estanflación» se originó en un discurso improvisado por el ministro de Finanzas británico Ian MacLeod en 1965. En aquel momento, se refería a la coexistencia de inflación y estancamiento económico en el Reino Unido, aunque las estadísticas de esa época no parecían respaldar plenamente su afirmación.
En Argentina, la estanflación se manifestó claramente por primera vez en 1976, durante el comienzo de la dictadura de Jorge Rafael Videla. En ese período, el Producto Bruto Interno (PBI) cayó un 2%, mientras que la inflación superó el 400%. Anteriormente, indicios de esta situación se observaron en la segunda mitad del año 1975, durante la presidencia de María Estela Martínez de Perón, con la implementación del llamado «rodrigazo» por Celestino Rodrigo, ministro de Economía en ese entonces.
Este fenómeno se ha repetido en varios momentos clave de la historia económica argentina, como en 1978, 1981, y 1982, generando preocupación para los gobiernos democráticos posteriores a partir de 1983. Intentos como el Plan Austral en 1985 buscaron poner fin a esta combinación, aunque no lograron evitar altos niveles de inflación y descensos en la actividad económica.
El régimen de Convertibilidad, implementado en 1991, interrumpió temporalmente la estanflación durante una década al mantener a raya la inflación, pero no evitó episodios posteriores de este fenómeno. Desde el año 2002, se ha evidenciado la coexistencia de inflación y estancamiento en múltiples ocasiones, siendo recurrente en los años 2009, 2012, 2014, 2016, 2018, 2019 y 2020.
En resumen, la estanflación ha sido un fenómeno recurrente en Argentina, ocurriendo en al menos 16 de los últimos 48 años, afectando de manera significativa tanto la actividad económica como el poder adquisitivo de la población.