Traicionó su propia historia política formando parte de una alianza que vino a restar derechos e incrementar privilegios. Nadie hubiera pensado que aquel joven militante de la UCR devenido en intendente, abandonaría sus preceptos en el mismo momento que asumió la intendencia.


El resultado electoral de 2015 en Berisso formó parte de esa gigante ola amarilla que triunfó en casi todo el país, impulsada por los voto de personas que querían un cambio. Los últimos años del Kirchnerismo en la casa rosada fueron atravesados por peleas con muchos sectores de poder. Clarín, el campo, Moyano, fondos buitres y hasta parte del PJ, eran adversarios que terminaron consumiendo la imagen de una gestión que traía además el desgaste de ocho años previos.

A nivel local, el último tramo de Slezack era justamente cuestionado por la ciudadanía que advertía cierta parálisis en la gestión, sobre todo a partir del fallecimiento de Juanjo Bajcic. Las disputas internas del peronismo terminaron por dinamitar las posibilidades de triunfo del entonces candidato a la intendencia Juan Ignacio Mincarelli . En ese contexto se alza con un sorpresivo triunfo en nuestra ciudad Jorge Nedela, favorecido por las desavenencias peronistas y el arrastre de la ola amarilla.

La victoria de Nedela, fue celebrada por los propios y vista con  simpatía  incluso por algunos adeptos al peronismo. La expectativa de un cambio en la manera de hacer política era palpable en cualquier punto de la ciudad. El consagrado intendente había sido un buen legislador, padre de familia, docente y prometía hacer de la transparencia un culto. Si algo no le faltaba, era su imagen de hombre amable y bonachón que con la humildad de un sulky recorrió los barrios de Berisso, enfundado en un poncho símbolo de Argentinidad.

¿ Que podía salir mal esta vez? Si con poco que haga  seria mejor que lo de «QUIQUE» en el epílogo de gobierno.

Sin embargo rápidamente comenzó a dilapidar el crédito de confianza otorgado por la ciudadanía con su voto. Pese a que en la primera mitad de su gestión no resultara tan visible ese cúmulo de errores, la matriz de gestión en su gobierno lo terminó condenando. Con un contundente triunfo en las elecciones de medio término que le valió obtener mayoría  en el concejo deliberante, desperdicio la oportunidad de barajar y dar de vuelta.

Se apegó a una forma confrontativa hacia afuera y con los propios también. Algunos de sus funcionarios más valiosos comenzaron a renunciar aduciendo mejores ofertas, cansancio o cuestiones familiares. Allí podemos mencionar a Fefo Langone, o al titular del área de  cultura e impulsor de las orquestas escuelas Juan Carlos Herrero, entre otros.

Los medios a nivel local jugaron un rol preponderante, al invisibilizar los desmanejos y arbitrariedades que cometía cada vez de manera más frecuente Jorge Nedela y su equipo. Durante 2018 y como en  efecto dominó, tomó estado público algunos temas que se convirtieron en escándalos.

Las plazas Almafuerte y Mosconi, el ingreso por centenares a la planta municipal de familiares y amigos, los adjudicatarios de las viviendas de Villa Progreso, para proseguir con el barrio Procrear, las cooperativas licitaciones amañadas, contrataciones sospechosas y una creciente precarización laboral, en tanto los funcionarios cobran cifras siderales.

Las fracturas internas en la alianza local explotaron con la llegada al ejecutivo de Manuela Chueco.

La mediática pelea a los gritos con Ana Lara, los golpes de puño entre Lalo Rodriguez y Hugo Novelino, las camperas de Simonetti, Las tartas de los pibes, los sándwich en mal estado, la escuela agraria, etc. Dejaron evidencia que no todo es lo que parece. Por ello la actual campaña pasa por demonizar al peronismo y un par de logros importantes que provienen de provincia y Nedela se los apropia, como el SAME y la guardia del hospital.

Nedela dejó pasar una oportunidad histórica, le quedó grande el puesto de intendente. El pasivo cuantioso que condiciona al próximo jefe comunal no es la principal deuda que dejará el ex profesor. La desilusión y el desengaño de quienes vieron en su figura la posibilidad de elevar la actividad política, mejorar el estado o jerarquizar la gestión pública es mucho más difícil de mensurar que los fríos números de las arcas municipales.

El próximo domingo elegiremos a un nuevo intendente que tendrá como tarea no solo mejorar la economía , sino demostrar que hay otra manera de gobernar, fomentando la participación con un municipio de puertas abiertas y fundamentalmente haciendo que la transparencia no sea solo un slogan de campaña.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *