Hace dos días, la falsa noticia sobre su muerte que se había disparado en el fárrago informativo causó indignación.


Esta vez es cierto. Murió Marcos Mundstock. Tenía 77 años y desde hacía más de un año luchaba contra un cáncer.

Mundstock es el tercer integrante de la formación original de Les Luthiers que muere, tras Gerardo Masana en 1973, a los 36 años, y Daniel Rabinovich en 2015, a los 71 años

Actor, guionista, locutor, músico y sobre todo arquitecto de mezclas extravagantes entre mundos no siempre cercanos.

Marcos Mundstock

Mundstock fue uno de los fundadores de Les Luthiers, una de las expresiones más acabadas del ingenio humorístico puesto al servicio de la música y la palabra.

Nació en Santa Fe el 25 de mayo de 1942, en una familia de inmigrantes judíos asquenazíes procedentes de Rava-Ruska, una ciudad de la región de Galitzia, que alguna vez fue Polonia y actualmente es parte de Ucrania.

Sus voz de bajo fue la clave de su personalidad, en la que los límites entre lo serio y lo absurdo nunca estaban del todo claros.

Con el lado más formal de esa voz atractiva, en sus comienzos Mundstock trabajó en publicidad, en radio y televisión, hasta que el éxito de Les Luthiers lo absorbió por completo.

Junto a Gerardo Masana es el creador de Johann Sebastian Mastropiero, imaginario compositor cuya obra sostuvo muchas de las piezas musicales de Les Luthiers.

Inolvidables son sus relatos acerca de las peripecias del maestro Mastropiero, uno de los personajes construido entre los reversos del universo de la música clásica. La participación musical de Mundstock en el conjunto era limitada, su gran trabajo se dio con la palabra.

En este sentido ,fue un maestro del lenguaje, un delator de las debilidades y fortalezas del idioma en función del humor.

En los últimos años participó de la película Mi primera boda (2011) con el papel del Padre Patricio. También locutó la voz del ermitaño en Metegol y actuó en El cuento de las comadrejas, una remake de Los muchachos de antes no usaban arsénico dirigida por Juan José Campanella.

A principios de este año había anunciado públicamente su alejamiento –temporal, dijo– de los escenarios, a raíz de sus problemas de salud. No pudo volver la misión de hacer reír, con gran seriedad.

El comunicado de Les Luthiers

Después de más de un año de lidiar con un problema de salud que se tornó irreversible, Marcos, nuestro compañero y amigo, finalmente partió.

De ahora en más, cada uno de nosotros deberá empezar a transitar el doloroso camino de aprender a convivir con su ausencia. Pero no hoy. Pensar hoy en partidas o ausencias nos resulta demasiado triste.

Hoy preferimos evocar todo lo que Marcos nos brindó y conservaremos con nosotros para siempre.

Nos quedará el recuerdo de su voz, única e inconfundible. Y de su presencia sobre el escenario, con su carpeta roja y frente al micrófono, que cautivaba al público antes de decir una sola palabra.

Nos quedará su profesionalismo. Su autoexigencia, su ética de trabajo y su respeto extremo por el público, valores que todos compartimos y que él defendió desde el momento de la creación misma de Les Luthiers.

Nos quedará el recuerdo de su compañerismo, tanto en lo profesional y en lo personal. La inteligencia de sus comentarios y su respeto por las opiniones ajenas, aún en la disidencia.

Nos quedarán grabados los aprendizajes compartidos que hicimos a lo largo de tantos años. Los lugares del mundo que descubrimos juntos. La sorpresa que compartíamos cada vez que Les Luthiers dada un nuevo salto y llegaba más y más lejos.

Nos quedará el recuerdo de sus chistes cotidianos, rápidos y asombrosamente ingeniosos, listos para brindarnos una chispa de alegría en todo momento, en las buenas y en las malas.

Nos quedarán tantas cosas de Marcos, que aun en medio de la tristeza y el dolor que estamos viviendo, no podemos dejar de agradecer a la vida, y de sentirnos privilegiados de haber recorrido con él todo este tramo del camino.

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