«Salta entre dos camisetas verde y blancas y gana en las alturas el capitán del Villa San Carlos…», «va en busca del balón el delantero. Surge del fondo el emblema de la Villa…», «Rodean al árbitro. El capitán celeste llega y pone calma…», fueron algunas de las frases que se lo escuchó decir al relator capitalino que transmitía por televisión, éste último domingo, al narrar el partido final del ascenso, entendiendo que FEDERICO SLEZACK ya es mucho más que un jugador de fútbol del ascenso, es mucho más que un simple deportista.

Es que el otrora «Pibe del Barrio Obrero», ese que andaba por el club del barrio admirando a los jugadores de primera o tirando al aro de basquet en la sede de Montevideo y 25, el que vivía corriendo y pateando la pelotita, el amiguero, el que sentía y siente vergüenza cuando lo alagan, hoy ya es un EMBLEMA VILLERO, hoy es EL GRAN CAPITÁN, hoy ya forma parte de ese pedestal reservado para aquellos que además de ganar, demuestran que se puede y se debe, generar otras cosas, otros sentimientos, otros pensamiento que trasciendan lo netamente deportivo para mejorar la sociedad.

En un año futbolístico tan difícil como gratificante, FEDERICO SLEZACK, vivió aquello que el Indio Solari explicara al cantar con los Redonditos de Ricota, «el Infierno está encantador», ese que te hace esforzar al máximo, pero que termina en fiesta, ese que lo vio descender, salir del plantel de concentrados, ir al banco de suplentes, escuchar que «estaba viejo y debía retirarse», verlo volver, ser emblema y festejar con la cinta de capitán en su brazo… es decir «vivir en un año TODO».

Fue y es parte de la historia grande del club, es héroe y fue «villano», siempre tuvo la mirada de muchos en él, pero nunca perdió el «AMOR POR LOS COLORES». Las ofertas para ir a jugar a otro lado nunca lo sedujeron, «Siempre las desestime de arranque. La Villa es el único lugar en donde seré feliz», dice sonriendo y uno ADIVINA que allí se esconde un futuro dirigente del Club, un técnico o un hincha incondicional o tal vez todo eso junto.

Es agradecido con los de ayer y los de hoy; menciona amigos de la infancia, técnicos de infantiles, hinchas seguidores, pero no desestima al nuevo, al que se suma, «con la situación que se vive, que alguien pague la entrada para ver al equipo, no solo es una alegría para nosotros, sino que eso ayuda al club y ojalá la gente se acerque siempre. Yo no comparto esa desestimación que se hace cuando dicen «¿ahora vienen a la cancha?», por el contrario hay que agradecer que la gente viene a la cancha y compra una entrada» dice el CAPITÁN.

Anécdotas, situación y experiencias, nada se escapa de la charla con el defensor de la Villa. El reconocimiento al cuerpo técnico anterior, la llegada de Vivaldo, los pibes, los grandes, los amigos, los «aguantadores», la familia, todo es importante a la hora de analizar éste ascenso; «La familia agradece que no tengas cara larga», dice sonriendo al recordar lo ocurrido el año pasado.

Agradecido como pocos, humilde y esperanzado en un futuro mejor para LA VILLA, SLEZACK ya piensa en el comienzo de la próxima temporada en la Primera B Metropolitana; «Al Club le sienta bien esta división», dice seguro.

Es el GRAN CAPITÁN, habrá que confiar en él, como siempre lo hizo LA VILLA y otra vez, los gustosos del fútbol, deberán ir a la cancha para ver a uno de los últimos gladiadores de la divisional.

 

 

 

 

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