Elevándose sobre el paisaje urbano de Berisso, en la intersección de la Avenida Montevideo y la calle 32, se alza un imponente testigo mudo de la historia de la ciudad: el tanque elevado de la ex toma de agua. Esta estructura de hierro y hormigón, que en su momento fue esencial para garantizar el suministro de agua a la creciente población e industrias, hoy se erige como un símbolo nostálgico de una era industrial floreciente.

Construido en la década de 1940 como parte del sistema de abastecimiento de agua que se puso en funcionamiento en 1951, el tanque elevado cumplía una función vital: almacenar y distribuir el agua potabilizada a los hogares y las fábricas de Berisso. Su altura estratégica permitía mantener una presión constante en la red de distribución, asegurando que el líquido vital llegara a cada rincón de la ciudad.

En aquellos años de auge industrial, con los saladeros y frigoríficos a pleno rendimiento, el tanque elevado era un componente crucial de la infraestructura que sostenía el motor económico de Berisso. Su silueta se convirtió en una imagen familiar en el horizonte, un recordatorio constante del progreso y la modernidad que la ciudad experimentaba.

Con el paso del tiempo y la centralización del sistema de potabilización en la planta de Punta Lara, la función activa del tanque elevado fue disminuyendo. Sin embargo, lejos de ser demolido o caer en el olvido, esta estructura singular ha perdurado como un hito arquitectónico y un valioso elemento del patrimonio industrial de Berisso.

Hoy en día, aunque ya no almacena agua, el tanque elevado se erige como un silencioso centinela, observando el devenir de la ciudad. Su estructura robusta y su altura imponente evocan una época de trabajo y crecimiento, conectando a las generaciones actuales con el legado de sus antepasados.

Ubicado junto al edificio de la ex toma de agua, hoy convertido en el Museo de Berisso 1871, el tanque elevado se integra al circuito histórico y cultural de la ciudad. Su presencia añade una dimensión vertical a la narrativa del museo, recordando la importancia de la infraestructura en el desarrollo de la comunidad.

Para muchos vecinos de Berisso, el tanque elevado es más que una estructura de metal y hormigón. Es un símbolo de identidad, un punto de referencia en la memoria colectiva, un recordatorio de los tiempos en que la ciudad vibraba con la actividad industrial y el esfuerzo de sus trabajadores.

Aunque su función original haya cesado, el tanque elevado de la ex toma de agua de Berisso continúa siendo un protagonista silencioso de la historia local. Su presencia imponente nos invita a reflexionar sobre el pasado, a valorar el legado de quienes construyeron la ciudad y a reconocer la importancia de preservar estos testimonios de una era que marcó el rumbo de Berisso. En su quietud, este gigante de hierro sigue contando la historia de una comunidad que supo crecer y prosperar.

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