Ya no se pregunta a donde va. Ya no lo sabe. El alma de la vieja bicicleta de los años cincuenta se comanda sola y se ve que hoy tenía ganas de recordar el “viejo futbol». Ese de boinas y botines “sacachispa», el de camisas con botones y Diego, le dio el gusto y la sacó a pasear por Quilmes.

Ese es nuestro viaje de hoy, esa es la hoja que hoy escribe DIEGO DIMITROFF, periodista berissense en este DIARIO DE BICICLETA.

“Luego de recorrer el centro de Quilmes en bicicleta pasé por la esquina más famosa de toda la ciudad, me refiero a Guido y Sarmiento, donde estuvo durante casi 100 años la vieja cancha de Quilmes, una de las mayores leyendas de la historia del fútbol argentino.

Gimnasia y Esgrima La Plata y Quilmes AC se disputan el titulo del decano del fútbol nacional y ambos tienen en parte razón. El Lobo, fundado en 3 de junio de 1887 es la institución con fútbol más antigua del país. El detalle es que en los primeros años de su vida, Gimnasia era un club de otros deportes como esgrima. Quilmes por su parte nació a posteriori, el 27 de noviembre de 1887. Sus hinchas le dicen decano porque es el primero que empezó a jugar fútbol, aunque hay que aclarar que los primeros equipos del Quilmes en el siglo XIX estaban compuestos por ingleses y en verdad el primer equipo de criollos fue Argentino de Quilmes..

Volviendo al estadio, fue inaugurado en el año 1898 ( hace 122 años) pero el primer partido se disputo recién en el año 1900 entre Quilmes Cricket Club 0 y Buenos Aires English High School 4. Por otra parte, la pelota rodó por ultima vez en esta cancha el 25 de junio de 1995 entre Quilmes 0 y Godoy Cruz de Mendoza 0. Este estadio finalmente fue desmantelado, sus terrenos vendidos y ocupados por edificios, aunque a lo lejos sobrevive una torre de iluminación y alrededor el recuerdo y la memoria, no sólo de los hinchas de Quilmes, sino de todo amante del fútbol argentino”

¿Y la Quilmes? Preguntara alguien. DIEGO prefiere el vino de la Costa y la cerveza artesanal de la zona. “Sera que cada vez que tomo un sorbo, siento el gusto al monte, al Río de La Plata, a la Nueva York, a la Balandra, Palo Blanco o la Isla Paulino o porque no, a mi querida Villa San Carlos» explica el hombre mientras mira su vieja bicicleta.

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