En una controvertida decisión que ha generado fuertes repercusiones, el presidente argentino Javier Milei ha optado por aprobar los planes de Uruguay para expandir el puerto de Montevideo, marcando así el fin del proyecto del Canal Magdalena.
La aprobación, anunciada por el presidente uruguayo, Luis Lacalle Pou, significa un cambio drástico en la estrategia argentina para la salida al mar, abandonando la idea de una vía directa para las exportaciones nacionales.
La medida, celebrada efusivamente por Lacalle Pou, implica el abandono de una propuesta que se gestó hace más de una década en el Comité Arbitral Río de la Plata. El presidente uruguayo elogió la «buena voluntad» de Milei y la canciller Diana Mondino, destacando que la ampliación del puerto de Montevideo representará un «cambio económico sustancial» para Uruguay.
En contraste, el gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, había logrado que el gobierno argentino accediera a preparar la licitación para el dragado del Canal Magdalena el año pasado, pero los detalles técnicos impidieron que se presentaran ofertas. La medida autorizada por Milei deja a Argentina dividida y continúa la resignación de soberanía.
El trasfondo técnico y geopolítico revela que el ensanchamiento del canal de acceso al puerto de Montevideo es un proyecto uruguayo que data de 2013, relacionado estrechamente con el tráfico desde y hacia Buenos Aires. Montevideo se ha convertido en el último puerto oceánico debido al tráfico argentino, siendo la puerta obligada al Atlántico. La decisión de Milei implica un fortalecimiento de Montevideo en detrimento de los puertos bonaerenses de La Plata y Bahía Blanca.
Las gestiones para el Canal Magdalena se remontan a años anteriores, con la administración de Mauricio Macri deliberadamente postergando el proyecto. Fuentes especializadas sugieren que esto podría haber sido una condición del FMI. Incluso en la última década, con la gestión de Alberto Fernández, se intentaron licitaciones que nunca se concretaron.
El presidente Milei, en su decisión, va más allá de las cuestiones técnicas y geopolíticas, representando un paso significativo en la resignación de soberanía por parte de Argentina. Lacalle Pou, alineado con la visión ideológica de Milei, agradece la habilitación de la obra propuesta por Uruguay, destacando que «la lucha entre puertos es algo más viejo que el agujero del mate».
El proyecto Magdalena, que buscaba integrar el litoral marítimo patagónico y permitir la salida directa de las exportaciones nacionales, queda ahora en el olvido. Mientras Montevideo celebra perspectivas de desarrollo, Argentina enfrenta la pérdida de una vía estratégica para su comercio exterior, cediendo el control de la vía marítima a favor de intereses extranjeros.