John Moreno tiene 47 años y cinco hijos. Uno de ellos le dijo que su profesor de una escuela técnica en La Plata le indicó que necesitará una computadora para aprobar la materia. En una página de compra venta publicó la propuesta: “Si alguien necesita remodelar o arreglar alguna cosa en su hogar, pueden hablarme”

John Moreno terminó ayer de instalar piezas cerámicas en el piso de un baño. Estuvo una semana trabajando en una casa de la localidad Altos de San Lorenzo, en La Plata, a donde había llegado por recomendación de un amigo. Es un changarín, experto en el rubro de la construcción. Hoy volvió a quedarse sin trabajo. Desde hace cuatro días ofrece su servicio a cambio del futuro de su familia: cambia su trabajo por una computadora para sus hijos. La propuesta nació en una página de compra y venta de Berisso en Facebook y conquistó otras redes sociales por la generosidad de algunos usuarios solidarios.
John nació en Perú hace 47 años. Vino al país para estudiar: soñaba con ser médico. Se instaló en Berisso, donde echó raíces. La prosperidad por la que emigró fue inoportuna: arribó a comienzos de siglo, meses antes de la debacle de diciembre de 2001. No pudo estudiar y comenzó a subsistir. Se embarcó en el rubro de la construcción, dado que tenía ciertos conocimientos y facilidades. “Acá me perfeccioné, aprendí el oficio. Trabajé en varias empresas de construcción hasta que comencé a trabajar en refinerías”, relató.
Pero quedó parcialmente sordo. Por su trabajo perdió el 90% de la audición de un oído. La ART se desligó de la responsabilidad argumentando que la patología no estaba cubierta y que era una afección preexistente. Le hizo juicio -aún en curso- y no pudo tomar trabajos nuevos en refinerías. En octubre de 2019, volvió a ser un changarín, a expensa de la irregularidad y la precariedad laboral. La emergencia económica no desvió la atención: las soluciones urgentes no condicionaron su visión de prosperidad.
Zuly, su esposa, a quien conoció en Perú y que arribó al país dos años después que él con la idea de estudiar ginecología, se inscribió este año para estudiar enfermería. Sus hijos más grandes también tienen vocación de estudio: G. de 19 años y F. de 16 asisten a una escuela industrial centenaria de la ciudad de La Plata. El mayor cursa el bachillerato para técnico químico, el otro está en quinto año de la educación secundaria y egresaría en dos años como técnico en electrónica. G. de 13 años empezó primer año en marzo de 2021. S. de 10 y F. de 7, sus otros dos hijos, van a la escuela primaria.
El coronavirus, la pandemia, la primera ola, la segunda ola modificaron el esquema de clases tradicionales. La presencialidad en las aulas no fue prioridad. Su segundo hijo cursó casi todo el año pasado desde sus apuntes escritos y con clases virtuales a través de su celular. El profesor le advirtió que este año el celular no podrá ser respaldo de su cursada. Se lo comunicó también a sus padres. “Le va a servir al principio, pero después no va a poder seguir estudiando”, les dijo.
Su hijo le pidió una computadora de escritorio a sus papás. La necesita para ensayar reparaciones y para descargarse programas especiales que un celular, una tablet o una notebook básica no puede albergar. Las indicaciones del docente fueron excluyentes: 4gb de RAM, 128 de almacenamiento y Windows 10. La computadora también serviría para que su esposa acceda a las clases online de enfermería, al estudio de sus otros hijos escolarizados y a la optimización de la dinámica familiar. “Será la computadora de la familia”, expresó.
John averiguó opciones en el mercado: todas exceden los límites de su sostenibilidad económica. Incluso pensó en vender su celular. Lo publicó en la misma página de compra y venta local. Le ofrecieron 10 mil pesos. Hizo cuentas. Le sumó lo que le puede entrar por el último trabajo realizado, le restó lo que necesita para comprar comida y los números no cerraron. Decidió ofrecer su servicio a cambio de una computadora: “Intercambio trabajo en construcción y plomería por una computadora de escritorio. Lo necesito urgente para mis hijos, por favor si alguien necesita remodelar o arreglar alguna cosa en su hogar, pueden hablarme. Les estaré agradecido si comparten esta publicación para que no se pierda”.
“No pueden seguir estudiando con el celular y tampoco quiero que descuiden el colegio. Me acongoja verlos haciendo las clases desde el celular y que no puedan progresar”, lamentó John. Los dos hijos más grandes usan sus propios celulares para estudiar y tomar las clases virtuales, pero la niña de 13 años recurre al de su mamá para participar de videoconferencias con los docentes en su primer año de escuela secundaria. “Hacen todo a través del celular. Y no es nada cómodo hacerlo por ahí. Ellos extrañan el colegio y a sus compañeros”, contó. El año pasado, agregó John, sus hijos desaprobaron algunas materias porque a los docentes esgrimieron no recibir tareas que sus hijos sí habían enviado.
“Ellos son muy aplicados -describió el papá-, no salen mucho, no tienen vicios. Y están esperanzados, inquietos. Son más reservados, no quieren pedir nada, pero cuando averiguamos los precios de las computadoras, les dije que no podíamos llegar a conseguir esa plata”. Lo que no puede pagar con dinero espera hacerlo con su trabajo: “Hago reparaciones, refacciones, puedo hacer casas de cero, desde los cimientos hasta entregar la llave en mano porque entiendo el trabajo. También hago plomería, pinto, revoques”. Ya recibió varias ofertas y en estos días irá a visitar a quienes le consultaron para saber cuál es el trabajo y cuál la computadora que le entregarán a cambio. Mientras sus hijos esperan y estudian desde la pantalla de un celular.

Un comentario en «Berisso: Intercambió su trabajo de albañil por una compu para que sus hijos estudien:»
  1. Un ejemplo de padre,seguramente alguien le va a dar una mano,alguna empresa o alguien que esté mejor,o alguien que ya no use.Se debe viralizar,y Dios quiera ese niño pueda tener su computadora

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *