Noviembre arrancó con un fuerte revés para el bolsillo: la inflación de alimentos registró un aumento de casi el 4% en la primera semana del mes, según el relevamiento de la consultora LCG. Este dato enciende las alarmas y pone en duda la supuesta desaceleración de precios que el Gobierno ha promocionado, reavivando el temor a un nuevo rebrote inflacionario.
El informe semanal de LCG detalló que la inflación de alimentos se aceleró un 0,4% en la primera semana de noviembre respecto a la anterior, con el promedio mensual manteniéndose en el 3%. La principal preocupación radica en la persistencia de las subas en rubros clave de la canasta básica.
- Más del 75% del incremento semanal se explicó por el fuerte aumento en los precios de las verduras, que aportaron 0,3 puntos al promedio general con un alza del 3,7% en la semana.
- Los lácteos y huevos también mostraron una tendencia preocupante, con subas de dos dígitos en el promedio de las últimas semanas, aportando 0,12 puntos al índice.
- En contraste, la carne experimentó una leve baja, restando apenas 0,07 puntos porcentuales, un descenso insuficiente para compensar el impacto de otros productos.
- Otros rubros como panificados y bebidas también registraron alzas, aportando 0,05 puntos.
Aunque más del 80% de los productos relevados no modificaron sus precios, los aumentos concentrados en pocos rubros fueron suficientes para sostener la presión inflacionaria. Si bien la inflación punta a punta se ubica en el 2,5% mensual, este inicio de noviembre podría ser el anticipo de un nuevo repunte si la tendencia no se consolida.
El impacto de la aceleración inflacionaria se refleja directamente en los hábitos de los argentinos. Un estudio privado de la Fundación Pensar y Casa Tres, con la colaboración de Guillermo Oliveto y Mora Jozami, señala que el consumidor ha pasado de la «prudencia al padecimiento» ante la caída del poder adquisitivo.
Este informe marca una «mutación» en la forma de consumir, pasando del «consumidor estoico al consumidor sacrificial». Para muchos, «comprar duele».
- El 63% de los argentinos resignó servicios o actividades habituales durante el último mes, una magnitud que aumenta en las clases media baja y baja alta.
- Los recortes en la clase media se concentran principalmente en ocio general (57%), compra de indumentaria (38%) y consumo de primeras marcas (26%).
- Como estrategia de afrontamiento, el consumo de segundas marcas emerge como un «atajo» para mitigar el impacto.
El panorama se agrava con el endeudamiento: las tarjetas de crédito están «al límite» en los segmentos altos y medio altos, y «detonadas» en los medios bajos, lo que eleva el riesgo de que la mora cruce el umbral de los dos dígitos.
El dilema es claro: «El sacrificio garantiza el dolor más no siempre la recompensa», concluye el documento, reflejando el complejo escenario que viven millones de argentinos.




