Parece insólitos que en tiempos de plena tecnología, una máquina de escribir sea un elemento, indispensable, en un municipio, pero realmente es así.
Pero la realidad marca que en una ciudad fundida económicamente por CAMBIEMOS, lo imposible es posible y sobre todo si es para peor.
La oficina que realiza las tarjetas de revisión de taxis, tenía una impresora que marcaba las tarjetas, pero prontamente se acabó el tóner o tinta y nadie del Ejecutivo fue a comprar y los trabajadores tuvieron que agudizar el ingenio y desempolvar una vieja máquina de escribir, que aunque rota y lenta, los sacaba del apuro.
Pero la vieja olivetti tenía el rodillo roto y demoraba el trabajo. Fue así que los taxistas se apiadaron de los trabajadores y les regalaron otra máquina de escribir, ésta vez en buenas condiciones.