Unos 40 trabajadores de la Acería Berisso, ubicada en la intersección de calle 62 y 128, se encontraron hoy con las puertas de la fábrica cerradas, lo que ha escalado un conflicto laboral de larga data marcado por el atraso en los pagos de sueldos y el incumplimiento de conciliaciones obligatorias.
Las declaraciones, realizadas por un trabajador en el programa matutino de Radio Sur, pintan un panorama desolador y de profunda indignación. «Hoy lunes, llegado el horario laboral a las 6:00 hs, nos encontramos con las puertas cerradas, los serenos sin poder entrar ya que cambiaron todas las cerraduras«, relató el operario, cuya identidad se mantiene en reserva. Alrededor de 20 trabajadores se asentaron de inmediato afuera de la planta, mientras que otros se dirigieron al Ministerio de Trabajo.
El conflicto se centra en un extenso historial de incumplimientos patronales, a pesar de estar bajo conciliación obligatoria. El trabajador aseguró que los operarios han cumplido con sus tareas, mientras la empresa «incumplió en su totalidad las conciliaciones en reiteradas ocasiones».
«Estamos en conciliación obligatoria, varias veces fuimos al Ministerio de Trabajo por problema y atraso de 6 meses de pagos de sueldos, aumentos y aguinaldo», afirmó el empleado. Si bien el pasado jueves la empresa «regularizó parte de esa situación», al día de hoy aún les adeudan la quincena y el sueldo del mes a quienes cobran mensualmente, además de los retroactivos de aumentos de abril y el aguinaldo.
La actitud de la patronal, según el denunciante, siempre fue la misma: «Siempre amenazaron con que si no trabajamos más no podían pagar. Sin embargo, era claro que el problema era otro».
El operario apuntó directamente a la nueva gestión y su supuesta ineficiencia como el verdadero origen de la crisis, desvinculando por completo a los trabajadores de la responsabilidad.
«El problema es que los ‘dueños son nuevos’, impusieron nuevas formas de producción totalmente ineficientes,» sostuvo. Esto habría derivado en «muchísimas pérdidas,» con «metal mal producido, productos de mala calidad y pérdida de clientes posterior a dicha mala administración y producción». El trabajador lamentó que la empresa «siempre echaron la culpa claro a los trabajadores,» a pesar de que los problemas no dependen de ellos.
A la mala gestión se suma la falta de inversión en mantenimiento esencial. El operario detalló que el equipo principal para medir y fundir el metal «no funciona hace meses, estamos haciendo lo que se podía,» mencionando como ejemplo la precaria situación de «amoladoras atadas con cintas. ¡Una locura!».
Lo que generó la mayor indignación entre el personal fue la aparición reciente de maquinaria de alto costo mientras se les negaban los salarios.

«Dijeron que tenían que sacar créditos para pagarnos, y al día siguiente aparecieron con dos montacargas nuevos«, reveló el trabajador. Este hecho se repitió con la adquisición de dos sampi (montacargas), cuyo costo individual rondaría los 60 millones de pesos. «Aparecen con dos sampi nuevos. ¡Salen 60 millones de pesos! ¡Encima 2!», exclamó.
Este desembolso de dinero, realizado aparentemente el 12 de septiembre y en plena conciliación obligatoria, choca de frente con la deuda salarial y la alegada falta de recursos para hacer frente a los compromisos con los 40 empleados.
Al cierre de esta edición, el Ministerio de Trabajo fue notificado del cierre de la planta y se esperaba el envío de un inspector para constatar la situación en la Acería Berisso. Los trabajadores, por su parte, mantienen la protesta y la expectativa de una intervención efectiva que garantice sus fuentes de ingreso.