La gestión del presidente Javier Milei enfrenta una creciente inestabilidad económica que se traduce directamente en un severo deterioro de las condiciones de vida de los trabajadores argentinos. El panorama actual se define por dos fenómenos alarmantes: un récord de despidos injustificados y un boom de la doble jornada laboral, reflejando que ni el empleo formal garantiza estabilidad ni el salario permite llegar a fin de mes.

El Ajuste que se Siente en los Bolsillos: Crisis de Consumo y Volatilidad

Mientras la inestabilidad cambiaria crece, la combinación de inflación persistente, deterioro social y volatilidad financiera configura un escenario de alta fragilidad para las economías domésticas. La evidencia es contundente en el consumo masivo: las compras de bienes no durables (alimentos, medicamentos) alcanzaron a inicios del segundo semestre del año el nivel más bajo desde 2016.

Aunque el consumo de bienes durables (vehículos, inmuebles, electrónicos) se mantuvo en niveles altos, perdió dinamismo, mostrando un estancamiento. A esta situación se suma la incertidumbre electoral, que mantiene latentes los temores de una eventual devaluación, aumentando la incertidumbre de las familias sobre su presente y futuro.

Crisis Laboral: La Precariedad como Regla y la Búsqueda de un Segundo Ingreso

La economía argentina comienza el décimo mes del año con amenaza de recesión y un mercado laboral en franca crisis: menos empleo, más precariedad y caída de los ingresos. El shock económico no solo afectó a los sectores bajos, sino que golpeó fuertemente las condiciones de vida de los sectores de nivel socioeconómico medio.

La pérdida de calidad del empleo es sostenida. La tasa de «ocupados demandantes» creció 2,3 puntos respecto al segundo trimestre de 2023. Esto significa que más de 200.000 personas con trabajo buscan activamente un segundo ingreso para cubrir, al menos, las necesidades básicas de subsistencia.

Según un informe del Instituto Argentina Grande (IAG), este crecimiento en la búsqueda de más trabajo se debe al «deterioro salarial sostenido», ya que los salarios privados y públicos del sector registrado «continúan por debajo de noviembre de 2023», obligando a complementar los ingresos que ya no alcanzan.

Simultáneamente, se agravaron los indicadores de inserción precaria:

  • Aumentó 1,4 puntos la cantidad de cuentapropistas respecto a 2023.
  • Cayó el peso de los asalariados formales sobre el total del mercado laboral (-0,9 puntos).

«Se destruyen puestos formales y se crean puestos precarios que, de todas formas, no alcanzan para incorporar a toda la gente que busca trabajo», advirtieron desde un centro de estudios, señalando que más personas se ven obligadas a incorporarse al mercado laboral debido a que «la plata no les alcanza».

Despidos Injustificados en Máximos y una Reforma Laboral en Debate

En paralelo al crecimiento de la necesidad de empleo, la cantidad de puestos de trabajo sufre un golpe directo de los despidos. El porcentaje de despidos sin causa alcanzó el nivel más alto del último año, representando el 16% del total de las desvinculaciones en julio de 2025, superando el 13% registrado un año antes, según el Instituto Interdisciplinario de Economía Política (IIEP-UBA CONICET).

A pesar de este escenario de deterioro laboral, el Gobierno impulsa una nueva reforma laboral. No obstante, la experiencia demuestra que estas reformas, lejos de garantizar la creación de fuentes laborales, terminan por «legalizar» las condiciones precarias de contratación.

La preocupación es particular en la Industria, sector que perdió cerca de 40,4 mil puestos desde septiembre de 2023, de los cuales 1,7 mil corresponden al último mes.


La Fragilidad de los Hogares: Crisis Alimentaria y Deuda

Un aspecto crítico de la coyuntura es la fuerte caída en la tasa de empleo de jefes y jefas de hogar, quienes suelen ser los principales proveedores de ingresos en las familias. Este indicador se contrajo 1,3 puntos respecto al mismo periodo de 2024.

Las consecuencias son devastadoras para la seguridad alimentaria:

  • El 58% de los hogares no logró cubrir de manera satisfactoria la Canasta Básica Alimentaria (CBA), lo que implica un consumo «muy por debajo de los parámetros nutricionales recomendados», según el Instituto de Estadísticas y Tendencias Sociales y Económicas (IETSE).
  • El 19% de los hogares debió pedir comida o dinero para alimentarse.
  • El 10,6% refirió que algún integrante se alimentó una sola vez al día o debió ayunar de manera forzada.

«Estos datos evidencian un deterioro estructural del tejido social y de la seguridad alimentaria, que se sostiene en niveles críticos y compromete de manera directa la salud de la población», concluyó el centro económico, alertando sobre la grave situación de las familias argentinas.

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