El oficialismo libertario atraviesa su momento más delicado desde que llegó al poder. Escándalos de corrupción, acusaciones internas y sospechas de espionaje ilegal configuran un panorama cada vez más complejo para La Libertad Avanza (LLA) y sus principales referentes.

Las denuncias por venta de candidaturas y la falta de presentación del informe de financiamiento de campaña de 2021 revelan un patrón de opacidad en la estructura libertaria. Lo que comenzó como rumores sobre irregularidades electorales hoy se materializa en expedientes y testimonios que comprometen la credibilidad del espacio.

Pero el núcleo de poder también está en la mira. La figura de Karina Milei, hermana del presidente y arquitecta del partido, quedó envuelta en un escándalo tras la filtración de audios que apuntan a posibles maniobras de corrupción. La reacción oficial no fue dar explicaciones, sino denunciar un supuesto espionaje ilegal y presionar a los medios para evitar la difusión del material. El intento de instalar la narrativa de “víctimas” no hizo más que profundizar las sospechas de un blindaje comunicacional en favor del gobierno.

Las denuncias no se limitan a la cúpula. Ex funcionarios del propio gobierno libertario aseguraron que existen sobornos y retornos en contratos estatales, con especial gravedad en la Agencia Nacional de Discapacidad, donde los procesos de adjudicación estarían viciados por prácticas de corrupción. Estas acusaciones derriban el discurso anticasta con el que Milei y su espacio construyeron su llegada al poder.

En el plano local, el caso de Alejandro Aguirre, candidato a concejal en Berisso, refleja cómo la lógica de privilegios también se traslada a los territorios. Aguirre fue señalado por haber sido proveedor de YPF con su empresa, dejar deudas impagas y luego, bajo la gestión libertaria, volver a recibir contratos millonarios.

La trama se agrava con la denuncia del exconcejal Daniel Del Curto, quien abandonó el espacio denunciando “un sinfín de situaciones de nepotismo y corrupción”. Según su testimonio, dentro de LLA “si sos honesto, no servís”. Incluso afirmó que le exigieron un porcentaje de un subsidio destinado a un club barrial, lo que desnuda una práctica que roza la extorsión política.

El contraste entre el discurso de Milei y los hechos que involucran a sus funcionarios y aliados es cada vez más evidente. La bandera de la lucha contra la corrupción y los privilegios parece chocar con un entramado de favores, retornos y manejos turbios de los recursos públicos.

De confirmarse las denuncias, las consecuencias podrían ser graves tanto en el terreno judicial como en el político. En los tribunales, se abren causas por corrupción, malversación de fondos y tráfico de influencias que podrían alcanzar a figuras cercanas al presidente. En el plano político, el desgaste de la imagen de Milei y su espacio amenaza con fracturar la base de apoyo que lo llevó al poder y con profundizar las tensiones internas.

Si la justicia avanza, la narrativa del “anticasta” podría derrumbarse definitivamente y convertir a La Libertad Avanza en aquello que juró combatir: una fuerza atrapada en las mismas prácticas que denunciaba.

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