La inseguridad volvió a encender las alarmas en la comunidad educativa de la región. En esta ocasión, la Escuela Primaria N° 4 de Berisso, ubicada estratégicamente en la intersección de las calles 32 y 169, fue blanco de un violento ataque vandálico que dejó importantes daños en al menos seis aulas del establecimiento. Este lamentable suceso se suma a una creciente y preocupante ola de vandalismo que afecta a diversas instituciones públicas en distintos puntos del Gran La Plata.
Según las primeras informaciones recabadas, los delincuentes, quienes los propios vecinos aseguran que son «jóvenes vecinos de la zona que hasta fueron ellos a la escuela o va algún hermanito a la escuela…», ingresaron al edificio escolar durante la noche, aprovechando un pasillo que conecta el patio trasero de la Primaria N° 4 con la vecina Escuela Secundaria N° 10. Una vez dentro del predio, los malvivientes no dudaron en forzar hasta tres enrejados para acceder al interior de las aulas.
El panorama que encontraron las autoridades al ingresar fue desolador. Los atacantes causaron destrozos significativos al revolver el mobiliario, abrir armarios y dañar diversos elementos en su búsqueda, aparentemente infructuosa, de objetos de valor.
La situación fue puesta en evidencia gracias al sistema de alarmas del establecimiento, cuyo alerta fue posteriormente confirmado por la directora de la institución. La autoridad educativa, visiblemente afectada, dio inmediato aviso a las autoridades policiales, quienes se hicieron presentes en el lugar para constatar los daños y comenzar con las pericias correspondientes.
“Todo estaba revuelto”, expresó con consternación la directora al describir el escenario que encontraron al ingresar a las aulas afectadas. La comunidad educativa de la Escuela Primaria N° 4 se encuentra ahora consternada y preocupada por este nuevo golpe a la seguridad escolar, esperando una pronta respuesta de las autoridades para esclarecer el hecho y reforzar la vigilancia en la zona. Este incidente no solo genera pérdidas materiales y dificulta el normal desarrollo de las clases, sino que también siembra un sentimiento de vulnerabilidad en docentes, alumnos y familias.