No mencionaron siquiera el nombre del proyecto: el trámite de la resolución que duplicó las dietas de los senadores duró exactamente 1 minuto y 52 segundos, en los que reinó un clima inusual, entre la concordia y el disimulo.
Atentos a la discusión pública que se desató en el anterior intento de actualización salarial y a la presión pública del presidente Javier Milei para impedirlo, los senadores acordaron avanzar sin estridencias. Expresaron el acuerdo en la reunión de Labor Parlamentaria y todos estuvieron de acuerdo en someter a votación la resolución al final de la sesión, a mano alzada y con el mayor sigilo posible.
Quien puso la cara para proponer el tratamiento fue el experimentado Juan Carlos Romero (Cambio Federal-Salta). Al pedir la palabra, planteó: “Obra en secretaría el proyecto de resolución firmado por varios senadores y que está también en las bancas de cada uno para que sea puesto en consideración”. Nadie le pidió aclaraciones.
Rapidamente la Presidenta Villarruel siguió el juego y con la anuencia de los 7 representantes libertarios que no emitieron sonidos, se aprobó el aumento de más de 4 millones de pesos para cada uno.
Rapidamente y mientras algunos, como el propio Presidente o el diario La Nación, quisieron despegar a los senadores libertarios del aumento, la propia Villarruel salió a las redes a aclarar que el aumento «era legal», que ella «no podía hacer nada» y como detalle que, «sí habían votado a favor los senadores libertarios».