Había dicho que por ahí llegaba tarde, pero el café es el café y aunque se le adivina una Timidez propia, Ruben López, se apresta y sonríe, no adivina periodistas sino «amigos» o «Compañeros» y eso lo tranquiliza. Pero ya tiene varias batallas en su lomo y sentarse en la mesa de CAFÉ SUR, es solo tomarse unos minutos para hablar relajado.

Es difícil hablar de «ÉL» sin hablar de «ÉL». Pero Ruben López es algo más que el hijo del Militante desaparecido Julio López. Ruben, ya ha hecho camino solo; «Aprendí mucho desde el inicio a éstos tiempos… Al principio yo creí que a mi viejo le había saltado la térmica y se había ido. Así de inocente me agarró todo. Discutía con los que me decían que se lo habían llevado y con el tiempo aprendí, porque descubrí cosas, mecanismos y sobre todo porque se me representó una historia que desconocía y entendí la cruda realidad…» dice López.

Carpintero de profesión, se mantiene con su pequeña carpintería en Los Hornos, lugar en donde nació y da por tierra con las «injustas calumnias» que dicen que se hizo rico con la desaparición de su padre; «Lo dicen para confundir y para generar reacción en contra de la causa de los DDHH, al principio respondía ahora ni vale la pena.»

Con una niñez difícil, soportó la desaparición de su padre cuando era un pequeño; «Mi viejo militaba en la UB del Barrio con gente mucho más joven que el, que lo llamaba «El Viejo» y que soñaban con un mundo mejor… Una noche entraron y se lo llevaron. Ahí se hizo cargo de todo mi mamá, que no era militante y cuando mi viejo volvió hicieron una especie de «Pacto», ni el decía nada, ni mi vieja preguntaba… a ninguno de nosotros nos contó toda la historia. Con el tiempo descubrimos con mis primos, que nos había contado un pedasito a cada uno y que si juntábamos eso teníamos el relato completo…»

Su lucha por los DDHH, no se queda en el padre. Ruben es un activista más allá de la causa de Don Julio. «Consejero» de la familia Maldonado, suele estar cerca de Sergio Maldonado, «le transmito lo que me pasó a mi para cuidar que no le pase…» dice humildemente el hombre que ve con desagrado las medidas que va tomando el Gobierno de Macri.

Trabajador desde su niñes; «había que salir a buscar el pan cuando mi viejo no estuvo y empece a trabajar. Se que eso le jodía a mi viejo porque me lo contó un compañero de mi viejo que estuvo con el desaparecido; «a tu papá le molestaba que tu mamá tuviera que Parar la olla, quería salir rápido para trabajar», me contó y mi viejo así lo hizo, apenas salió se puso a laburar»

El «López Mediano», recuerda a «López Viejo», con ese sentido ambiguo que da saber que su padre es «Papá y Símbolo»; «Era un gran contador de historias… mi vieja no lo dejaba fumar y se venía a la carpintería a «ayudar» le decía a mi vieja, pero en realidad venía a fumarse un pucho…» desnuda Ruben mientras una sonrisa se le escapa.

El Café ya pegó dos rondas a la mesa, las historias se amontonan y los pensamientos se aglutinan, Ruben se emociona con cada persona que se sienta cerca de la mesa y le demuestra su cariño; «Me da fuerza y me sensibiliza cuando alguien me agradece la lucha o me recuerda a mi viejo o me dice que no afloje»

Su llegada a Berisso, de la mano de un amor, hace feliz a éste Abuelo, «Me hubiese gustado que el viejo hubiera conocido a sus bisnietos» cuenta mientras arremete; «Aveces envidio a los Maldonado, porque ellos tienen a donde ir a llorar a Santiago, mientras nosotros aún seguimos buscando»

López deja el corazón en la mesa de CAFÉ SUR, «a la memoria de su padre» grita el dueño del Bar y destruye la cuenta de café; «Vaya está todo pago» indica el mozo. Saludamos, Ruben se va, nosotros nos quedamos pensando; «Y encima Mauricio sacó a los «milicos» a la calle, el día se puso feo de golpe… Salud don Lopez, donde quiera que esté, le prometemos mantenernos en la Lucha»

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