Muchos aseguran que las nuevas tecnologías amenazan con fracturar las relaciones familiares, es una postal habitual entrar a un restaurante donde cada uno de los miembros esta mirando su celular sin intercambiar miradas o palabras con sus compañeros de mesa.

La tecnología no solo es patrimonio de los jóvenes, son los adultos quienes frecuentemente desoímos a los mas pequeños por prestar atención  al dispositivo que nos conecta al mundo y nos aleja de los seres queridos. Según estudios, el 75 % de los adultos utilizan dispositivos móviles durante la comida con sus niños. Papás o mamas que, sin importar el escenario, parecen no poder evitar estar más pendientes de sus celulares que de sus propios hijos. Esta parece ser una evidencia de que las nuevas tecnologías amenazan también con fracturar las relaciones familiares.

Esteban Levin, psicoanalista argentino de la Universidad de Buenos Aires cree que dichas prácticas significan, por primera vez en la historia, un paso hacia la ruptura entre una generación y otra.

“Por las pantallas se corre el riesgo de acabar el diálogo en las familias, con el peligro que eso trae para la herencia, porque qué se trasmite o qué asimila un niño que tiene cortada la conversación con el otro. Para él pareciera que lo único que existen son imágenes, pero estas no tienen cuerpo, sustancia, ni trasmiten”, dice Levin.

Debemos reconocer que en la sociedad actual, lo habitual es ver familias cada vez más pequeñas  que viven desvinculadas de los parientes por la distancia, el exceso de ocupación, las separaciones y/o por la costumbre. Esta situación va deshaciendo cada vez más los lazos que históricamente dieron unión y sentido de pertenencia a los grupos humanos. Decadas atrás era habitual que los abuelos vivieran en la misma casa con sus hijos y nietos, no eran visitas, eran parte de nuestra vida. Gestores de poner música, sabores y perfumes a nuestra infancia, encargados de la transmisión oral y cultural de nuestros antepasados, ellos fueron quienes nos contaron las travesuras, gestos y proezas que papa y mama hicieron de pequeños y tal vez ya no lo recuerden. Eran nuestro abuelas quienes celosamente guardaban como un tesoro la caja con fotos y recuerdos de un tiempo ido y que nunca volverá.

El universo de las nuevas tecnologías abre una serie de interrogantes y el vértigo en el que nos incluye nos imposibilita muchas veces poder comprender los intensos cambios sociales que genera. El desafió mientras tanto es conservar la fuente de amor, cariño y cobijo llamada familia.

Datos: Diana Pagano  Licenciada en Psicología

Esteban Levin psicoanalista UBA

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