El «Moly», como se lo conoce popularmente, es uno de esos tipos que suele andar con una sonrisa a flor de labios y un grito de lucha a favor de los desposeídos en la lengua.

De padres Paraguayos, nació y se crió por Villa Ponzatti, aunque dice; «Soy un Berissense por opción y devoción…», aún mucho antes de formar una familia y cruzar «La 122» para el lado del Río de La Plata.

De chico supo ser un precoz «Canillita» y ya a los 6 años se subía a los micros a «vocear» el Diario el DÍA, el mismo que hoy al leerlo le causa cierta indignación dada su postura de defender o encubrir al Gobierno de Turno.

Sabedor de los malos tiempos, conoció la penuria y el hambre, fue «los Reyes» de sus hermanas, aún cuando el tenía edad para tener juguetes, «Mi primer regalo fue Una Espada y eso me quedó grabado como algo simbólico», recuerda el hombre del Movimiento Evita, quien conoce de hambre y de la frase que descubre la pobreza cuando un padre dice «Come vos hijo que mamá no tiene hambre…».

«Es duro cuando adivinas el hambre en los ojos del otro, sobre todo en los de un chico… tenes que abrazarlo y darle algo. Tiene que saber bien que no está solo. Yo lo se porque lo viví y también se que es difícil que un tipo que no pasó hambre entienda lo que le pasa a un pobre…» asegura Mareco.

Padre y Marido Orgulloso de su Familia, entra y penetra la política desde lo social. Copa de Leche, Merendero, Viandas, Todo es bueno a la hora de combatir y resistir el «Embate de un Gobierno Neo Liberal que va por todo…» asegura Mareco en la mesa de CAFÉ SUR, por Radio Sur.

Abuelo atento de sus nietos, suele dividirse siempre para atender a todos por igual y dejar minutos para reunirse en pos de una política que ayude a salir de la crisis en la que «Nos metieron ellos…» dice y agrega; «Está claro que no era la pesada herencia sino los malos Herederos y éstos son de lo peor porque hambrean a los más humildes»

Preocupado por la política Internacional, el Moly Mareco, no deja de pensar en el «avance de la Derecha» aunque sueña con volver las cosas a su cause con la «fuerza del Pueblo». «Vos te das cuenta que ésto no es algo aislado y que los servicios de Inteligencia Norteamericanos están metidos y evidentemente han conformado un plan de destrucción para toda la región… Mira Brasil, Venezuela, lo que quieren hacer con Bolivia y demás»

En el recuerdo de la mesa quedan historias entrañables; Amigos que no están, paladines de la justicia de una niñez que no fue grata pero perdura, un admirador incansable de su «mami» y un manojo de razones para pelear a la vida; «Yo soy un agradecido a Dios. Hoy estoy terminando mi Secundaria y los míos me festejan las calificaciones. Ellos (sus hijos) pudieron estudiar y hoy son profesionales. Yo no tuve esa suerte tuve que salir a trabajar desde muy chico, pero no poder estudiar no significa que no pude aprender…» Dice el hombre mientras vacía su segundo pocillo de café.

Las luces del día se apagaron, el mozo trae la cuenta y en lugar de números se lee; «Gracias por ser ejemplo». El dueño del bar, acodado en la barra, se pierde con la mirada y recuerda el también a su mami. A Mareco lo espera su familia. Ya tiene un 10 en Vida y esa nota la firma su ídolo «Jesús el primer revolucionario».

Nos vamos despacio, pensando, a lo lejos una voz de niño se escucha desde el fondo de la Nueva York, Símbolo de un Berisso de inmigrantes; «Extra, Extra… Los niños van jugar si el Moly sigue su lucha…».

 

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