Las promesas e ilusiones generadas por  los funcionarios de Jorge Nedela, se han diluido con el paso del tiempo. La gestión languidece por impericia y fracturas internas


Por primera vez en 2015, un radical se alzaba con el triunfo electoral en la cuna del peronismo. Es que el discurso e imagen del ex profesor Nedela, despertó en el electorado una opción clara de cambio, tal como rezaba uno de los eslogan en campaña, de la alianza encabezada por Mauricio Macri. Con promesas de transparencia y diálogo, el hombre del sulky, supo mostrarse como la persona indicada para de una vez por todas erradicar la vieja y mala política.

Hoy, a tan solo seis meses del final de mandato. el incumplimiento de la mayoría de sus premisas públicas le juegan en contra, catapultando si imagen negativa por encima del 65%. Ya transcurridos los primeros meses a cargo del ejecutivo, fue su ladero político Raúl Murgia, quien e el 11 de abril de 2016, hablaba de que irían por la construcción de un nuevo hospital. La relocalización del nosocomio permitiría a los habitantes de Berisso tener un mejor acceso al centro de salud. Además, se ilusionaba con instalar, garitas de colectivo nuevas y con servicio de wi fi gratuito. Soñaba con la readecuación de una arteria paralela a la Montevideo para que la histórica avenida sea de una sola mano, por ende el comercio se beneficiaria con el estacionamiento vehicular. Veredas nuevas, quitar por completo el cableado aéreo minimizando la contaminación visual.

Ese cúmulo de expectativas, hoy les está jugando en contra. Ya no tienen a quién más echarle la culpa por la mala gestión y promesas incumplidas. Empresas que abandonan las obras,  no les mandan el dinero,  las licitaciones vinieron de nación,  la oposición pone palos en la rueda, etc . Estos son algunos de los argumentos que intentan cubrir su ineficiencia.  Muchos funcionarios se emborracharon de poder y soberbia, involucrándose en una contienda intestina del gobierno municipal. Buscando beneficios personales o familiares y olvidando porque y para que la gente los había votado.

Un caso emblemático es el de las plazas de los 15 millones, que aún no fueron terminadas. En la plaza Almafuerte por tercera vez removieron el cableado subterráneo para que funcionen las luces. El pasto es tapado por el agua, convirtiendo la plaza en un lodazal. Un sector de juegos, al que como medida de emergencia, le colocaron 8 caños para tratar de vaciar la » pileta » que se hace con cada lluvia. No estamos hablando de solucionar la cuenca del bajo Maldonado. Era solo hacer unas veredas, cambiar farolas y poner juegos. Sin embargo no pudieron y los  Berissenses lo saben.

Los únicos trabajos que se realizaron correctamente fueron los que no manejo el municipio. Por ejemplo, el puente sobre la ruta 15 o la obra de bacheo por donde circula el transporte pùblico. El resto a medio hacer, Procrear, avenida 66, cámaras de seguridad o los desagües de la calle 8.

Una de las razones de lo antedicho tal vez, esté vinculada en que nunca Jorge Nedela logró plasmar un equipo de trabajo. El amontonamiento de diferentes espacios políticos a nivel local, fue puesto de manifiesto en la conformación de la lista de concejales última. Pablo Swar tildando al líder del Pro, Alberto Amiel de piantavotos. Murgia operando con Manuela Chueco para que encabece la lista. Dos hombres que terminaron una discusión a los sopapos por el repartos de las camperas. Gritos insultos y llantos en el cruce de la ex periodista con Ana Lara. Los delegados municipales que pudieron colar a sus esposas en lugares privilegiados de la boleta, desquitandose del destrato propinado por el secretario de obras y servicios públicos. Esto, lamentablemente no es una novela. Es la realidad que atraviesa la gestión Nedela, que desperdició una oportunidad histórica de plantear otra manera de hacer política y ejercer un poder que tenga como único beneficiarios a los vecinos.

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