La ciudad de Berisso atraviesa un complejo escenario donde las quejas de los vecinos se multiplican, evidenciando una serie de falencias en la gestión municipal. Mientras la ciudadanía reclama por servicios básicos y obras inconclusas, el intendente Fabián Cagliardi asegura tener un municipio en orden, aunque admite que la falta de tiempo lo llevaría a buscar un nuevo rol para «ordenar otras áreas».

Las quejas de los berissenses se concentran en una variedad de problemas que afectan su calidad de vida diaria. La falta de finalización de obras es uno de los puntos más recurrentes, dejando a la vista proyectos estancados y sin una fecha de entrega clara. A esto se suma el mal sistema de recolección de residuos, que genera acumulación de basura y focos de insalubridad en varios barrios.

El estado de las calles es otra de las grandes preocupaciones. Los vecinos denuncian la presencia de calles llenas de baches que dificultan el tránsito y causan daños a los vehículos. La situación se agrava en las calles de tierra, que se convierten en verdaderos «lodazales» con cada lluvia, volviéndolas intransitables.

El deficiente mantenimiento de la infraestructura hídrica también es objeto de críticas. La falta de limpieza de desagües, zanjas y canales tapados provoca inundaciones y anegamientos en distintas zonas, una problemática que se repite con frecuencia.

Más allá de los problemas de infraestructura y servicios, los vecinos expresan su preocupación por la falta de transparencia en la administración. Se desconoce la cantidad de funcionarios existentes y sus respectivos salarios, generando dudas sobre la asignación de recursos. Del mismo modo, la metodología y los datos de las empresas que participan en las licitaciones son un misterio, alimentando sospechas sobre la correcta adjudicación de los contratos.

A pesar del descontento generalizado, el intendente Fabián Cagliardi afirmó en una reciente entrevista radial: «Tengo el municipio muy ordenado». Sin embargo, esta declaración contrasta con sus propias palabras al referirse a su «gran falencia»: el tiempo. En este sentido, Cagliardi sorprendió al anunciar su intención de asumir como concejal para «dedicarse a ordenar otras áreas».

Esta última declaración, según se interpreta, deja al descubierto la ineficiencia de los funcionarios actuales, quienes, a pesar de sus altos salarios, no estarían cumpliendo adecuadamente con sus funciones. La idea de asumir un nuevo rol para «ordenar» áreas que ya deberían estar bajo control de su equipo de gobierno genera incertidumbre sobre la continuidad y el rumbo de la gestión municipal.

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