Mientras la ciudad de Berisso es escenario de una obra pública millonaria y controvertida—la construcción de diez cuadras de veredas con una inversión de $602 millones de pesos—la realidad social de muchos de sus vecinos se torna cada vez más crítica. Varios comedores y merenderos comunitarios que asisten a la población local están «rogando» por ayuda para poder sostener la creciente e insostenible demanda social que han experimentado.

La intervención urbana, defendida por el Ejecutivo local como «necesaria y planificada», ha sido objeto de fuertes críticas desde que se anunció. La cifra destinada—más de 60 millones de pesos por cuadra—ha llevado a muchos vecinos a cuestionar la urgencia de la obra, los recursos desmesurados invertidos en el contexto actual, y hasta la calidad final del trabajo que se está llevando a cabo.

El malestar ciudadano se intensifica ante la percepción de un desequilibrio en las prioridades del gasto público, especialmente cuando las necesidades básicas de gran parte de la población se ven comprometidas.

En paralelo a la polémica de las veredas, la red de comedores comunitarios de Berisso se enfrenta a una verdadera emergencia social. Con la pobreza y la indigencia infantil y juvenil en aumento, según los últimos índices, la cantidad de familias que dependen de estas estructuras para garantizar un plato de comida a sus hijos no para de crecer.

La situación en estos espacios solidarios es desesperante. Los responsables de los comedores reportan una aguda escasez de alimentos y cuestionan la calidad y la cantidad de las provisiones que reciben o que logran recolectar. El aumento de la demanda ha pulverizado los stocks de mercadería, llevando a muchos a un punto de quiebre donde temen no poder seguir abriendo sus puertas.

«Estamos a un paso de tener que decirle que no a las familias. Vemos cómo aumenta la cantidad de chicos que vienen y ya no tenemos qué darles. Mientras se gastan fortunas en un cemento que nadie pidió con urgencia, nosotros rogamos por un paquete de fideos,» comentó la encargada de un merendero barrial que prefirió mantener su anonimato, ante una posible represalia.

El contraste entre la inversión de $602 millones en infraestructura y la crítica situación alimentaria de la ciudad pone en evidencia un profundo dilema sobre la asignación de recursos públicos en Berisso. Para la ciudadanía crítica, la construcción de veredas, si bien es una mejora urbana, palidece en importancia frente a la necesidad imperiosa de asistencia social y alimentaria para los sectores más vulnerables.

La pregunta que resuena en los barrios es contundente: ¿Es éticamente justificable una inversión de tal magnitud en una obra no esencial, mientras los niños de la ciudad padecen hambre y los comedores luchan por sobrevivir?

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