El monte ribereño fue el marco de encuentro entre sus habitantes y cientos de visitantes que se acercaron a disfrutar la jornada

Acaso por un embrujo montaraz, la lluvia anunciada no se hizo presente en la tarde de hoy. Después de varios intentos frustrados por el clima, sus organizadores decidieron emprender la aventura de celebrar el primer festival del Monte a como dé lugar. Los fogones esperaban encendidos para celebrar el encuentro de la música, la danza y la palabra con los saberes ancestrales reflejados en los frutos de la tierra y la mano del hombre.

Pasado el mediodía cientos de personas llegaron al camino tres de abril con la premisa de no ser  espectadores. Se trataba de compartir una tarde, de integrarse y disfrutar junto a los habitantes de la zona que abrieron sus pequeños paraísos para que muchos Berissenses descubran los tesoros que guardan celosamente los álamos y sauces.

La música en vivo de raíz folclórica sirvió de cortina melodiosa para las familias que asistieron.

Además, fue  la excusa perfecta para los bailarines que con sus giros y mudanzas ahuyentaran la monotonía de una tarde de otoño.

Quedó el entusiasmo en el aire de los organizadores para planificar la segunda edición del Festival del Monte con la misma impronta, y con la certeza que la primera fue un éxito.

 

 

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